Pueblos mudos

Mensajes anónimos escritos en las paredes, los grafiti, son los primeros síntomas de una sociedad inquieta. Se discute el origen aunque se aplica a diversas manifestaciones, desde los grabados rupestres hasta los grandes murales del arte urbano hip hop. Los romanos iniciaron la modalidad de escribir mensajes anónimos grabando en los muros con estilete, por eso se atribuye el origen del término grafiti al vocablo latino scariphare, (grabar con estilete). Otros piensan que viene del griego graphein (escribir). Cualquiera sea el origen, el grafiti fue muy utilizado en política, por los gobiernos y por la oposición. Ejemplo de lo primero son los mensajes antijudíos que los nazis hacían escribir en las paredes y ejemplo de lo segundo, los mensajes estudiantiles de Mayo del 68 contra el gobierno de De Gaulle.

La alergia del poder a los mensajes anónimos de los grafitis está expresada en el refrán castellano: “Puertas y murallas, papel de los canallas”. La persecución puede hacer desaparecer momentáneamente el grafiti, pero el deseo de expresarse libremente no desaparece y el ambiente de represión queda descrito fielmente con el viejo lema: “Muros blancos, pueblos mudos”.

El grafiti, por su naturaleza, tiene vida corta, pues está anclado en circunstancias históricas concretas que le dan vida y sentido. Dos ejemplos, los mejores que recuerdo, están relacionados con León Febres Cordero y con Sixto Durán Ballén. El expresidente Febres Cordero combatió y acabó con el movimiento guerrillero “Alfaro Vive Carajo”; algunos años después, cuando un periódico gobiernista anunció, antes de tiempo, la muerte del expresidente, algún grafitero con sentido del humor escribió: “ Febres Cordero vive carajo”.

El segundo caso se refiere al partido político creado en torno a la figura política de Sixto Durán Ballén, el efímero Partido Unidad Republicana (PUR). Cuando el partido agonizaba, algún grafitero erudito escribió en el barrio La Vicentina: “¿Y el PUR si muove?”. El grafiti hacía referencia al tribunal de la Inquisición que obligó a Galileo a retractarse de la teoría copernicana que sostenía que el sol está quieto y es la tierra la que se mueve. Los dogmáticos aborrecían la teoría defendida por Galileo, pues estaba en contradicción con el texto bíblico (Josué 10.12) según el cual Josué ordenó que se detenga el sol y el sol se detuvo. Se divulgó la anécdota de que Galileo se había retractado para salvarse, pero al abandonar la sala del tribunal se dio vuelta y gritó: “E pur si muove” (y sin embargo se mueve).

Llevamos varios años con muros blancos y pueblo mudo; un solitario y oficialista grafitero se atreve a escribir en los muros algún mensaje, políticamente correcto, pero sin el humor y la erudición de aquellos grafiteros que se expresaban libremente porque, según el grafiti parisino “los muros están ahí para escucharnos”.

lecheverria@elcomercio.org

Suplementos digitales