Entre la cautela y la confianza Liga Deportiva Universitaria alzó su cuarta copa internacional. Se trató de la Recopa Sudamericana que ha conseguido el cuadro ecuatoriano por segunda ocasión consecutiva colocándose en el podio más alto del continente futbolero.
La Recopa, alzada solamente en 3 ocasiones por Boca Juniors, fue un labrado esfuerzo de concepto táctico y aplicación a la que se suma la dosis de la experiencia para hacer frente a uno de los grandes equipos de América y arrebatarle un punto en cancha argentina. Estudiantes no es un cuadro que vive de sus viejas glorias y su disposición y calidad demostrada una vez más en la Casa Blanca le ha llevado lejos, desde el campeonato mundial de interclubes de la década de los sesenta cuando jugaba el padre del gran baluarte del medio campo, la ‘Bruja’ Verón.
El campeonato de Liga deja muchas lecciones: una de ellas es la virtud de la experiencia muchas veces denostada cuando se quiere archivar para el olvido a los jugadores históricos que son carta vital cuando de plantear un cotejo duro se trata, como sucedió en el partido contra Estudiantes de la Plata.
Los referentes en el fútbol no pasan, escriben la historia y lo sabio es ir combinando adecuadamente la experiencia con la juventud y potencia de un equipo. La dosis exacta de una y otra fórmula es cosa de los sabios directores técnicos, como ha demostrado ser, el estratega de LDU.
Pero cantar la gloria de Liga desde la inevitable pasión del hincha que ama, sufre, padece y disfruta no es válido sino proyectamos al futuro este logro deportivo.
El trabajo de una dirigencia consciente que supo combinar la paciencia con la visión empresarial contemporánea ha dado resultados y desde la ya lejana participación copera de 1969, hasta las disputas y triunfos con los grandes de América como Estudiantes, San Lorenzo, Inter, Fluminense, Sao Paulo o Santos para solo citar algunos de los clubes que enfrentó Liga, la experiencia de la derrota también deja enseñanzas como la digna caída contra el Manchester United en la instancia mundial final de 2007.
El ejemplo deberá ser seguido en lo institucional y futbolístico por otros equipos populares que tiene el Ecuador y las estrellas doradas deben volver los ojos a la indispensable labor de trabajar a nivel nacional en las divisiones inferiores.
Los triunfos de Liga, en estos tres años, las dos participaciones mundialistas de Ecuador en 2006 y 2002 y la calidad de gente como José Valencia – hoy en para por una lesión que nos duele a todos – o Jefferson Montero, Walter Ayoví, ‘Chucho’ Benítez, Michael Arroyo y otros valores que se lucen en Inglaterra, España y México, nos muestran evidencias del talento para el fútbol que los procesos serios suelen descubrir. Es hora de plantear un proyecto nacional. Y apostar todos por él.