Mucha tinta ha corrido ya sobre las posibles causas que pudieran haber ocasionado la serie de protestas masivas en varios países, incluido Ecuador, en las últimas semanas, siendo difícil encontrar un hilo conductor, por lo que quisiera reflexionar sobre algunos temas que quizás estén pasando desapercibidos.
Varios estudios señalan que la democracia está en declive gracias a líderes autocráticos que han ido erosionando poco a poco sus cimientos, con retrocesos graduales bajo una fachada legal y con la complicidad, por acción u omisión, de ciertos políticos y otras élites, que sienten que pueden sacar partido de la situación o simplemente han dado ciertas cosas por sentadas, razones por las que los ciudadanos han perdido la confianza en las instituciones democráticas.
Así, de acuerdo con los datos de la ronda 2018 – 2019 del Barómetro de las Américas del Latin American Public Opinión Project, solo el 57% de los ciudadanos de Latinoamérica y el Caribe piensan que la democracia es la mejor forma de gobierno, porcentaje que ha ido cayendo poco a poco desde la primera encuesta en 2004, que mostraba un promedio de 67,6% de apoyo. Uruguay encabeza la lista con un 76,2% de personas que apoyan la democracia, mientras que en Chile baja al 63,9% y en Ecuador a un alarmante 54,4%.
Más preocupante aún es el porcentaje de ciudadanos de la región que se consideran satisfechos con el funcionamiento de la democracia, es decir con sus resultados, en donde apenas un promedio del 39,6% muestra satisfacción, porcentaje que en Chile sube al 41,2% y en Ecuador baja al 38,7%.
Mientras, el apoyo al sistema político, que combina la confianza en los tribunales, en las instituciones, la protección de los derechos básicos y el orgullo de vivir bajo el sistema político del país y la intención de apoyarlo, ha disminuido 5,7 puntos desde 2010, siendo en Ecuador de 52% y en Chile de 44,5%.
En cuanto a tolerancia política, componente esencial de la cultura política democrática que implica pluralismo y respeto al disenso, apenas 1 de cada 2 latinoamericanos aprueba el derecho de las personas con opiniones políticas disidentes a participar en la política, votar, protestar pacíficamente, postularse para un cargo o dar discursos televisados.
De esta forma, la falta de confianza en la democracia y la alta intolerancia han generado una indignación acumulada que se está liberando en explosiones de protestas multitudinarias. Queda ahora preguntarse qué podemos hacer para rescatar la democracia y que los ciudadanos vuelvan a confiar en ella a fin de evitar que esa indignación sea aprovechada y/o exacerbada por líderes populistas y autocráticos cuyo objetivo es seguir socavándola, llevándonos por un camino de autoritarismo y corrupción que quizás no tenga retorno.