¿Cuáles fueron los protagonistas colectivos de nuestra Independencia? Esta es una pregunta que puede contestarse solamente con una visión general, que vaya más allá de las acciones individuales. La Independencia latinoamericana fue obra de grandes grupos sociales.
Actores centrales fueron las clases dominantes locales, los notables criollos. Con su triunfo, los grandes latifundistas reforzaron su control del campesinado; los comerciantes garantizaron un mecanismo de relación directa con las nuevas metrópolis capitalistas. Unos y otros ganaron una cuota de poder político, consolidaron sus canales de dirección social, y redujeron sus impuestos, manteniendo los que pagaban los grupos populares, especialmente indígenas.
El fracaso de los movimientos iniciales llevó a los insurgentes a entender que la guerra contra España requería del soporte de los sectores populares. Buscaron por ello el respaldo de campesinos y artesanos, de mestizos, pardos y negros. Los grupos populares urbanos, básicamente artesanales y el pequeño comercio apoyaron la rebelión anticolonial. En los indígenas, protagonistas de los alzamientos de las décadas previas, había la conciencia de que los beneficiarios de la autonomía eran los terratenientes. Por ello, solo excepcionalmente participaron en las luchas independentistas. Y cuando lo hicieron, en muchos casos respaldaron a las fuerzas realistas. Los negros, en cambio, cuando vieron que su participación en la guerra les permitiría librarse de la esclavitud o ascender en la sociedad, se integraron en gran número a los ejércitos patriotas.
México fue una excepción. La vertiente inicial de la insurgencia no fue expresión de los intereses latifundistas y comerciales, sino un movimiento popular que demandaba radicales transformaciones de la sociedad. Fue reprimido con furia por los representantes de la Corona y los notables criollos, quienes pactaron luego una independencia de sesgo oligárquico.
No se entendería el tono ideológico y la realidad militar de la Independencia, sin considerar la participación de los jefes de los ejércitos y los intelectuales. A veces venidos de las élites, otras surgidos de los incipientes grupos medios de la sociedad colonial, y también frecuentemente salidos de estratos bajos de la población (mestizos y pardos) los generales, y en menor escala los políticos, pusieron el rasgo de radicalidad al proceso. La jerarquía de la Iglesia, por su parte, se mantuvo leal a la Corona, aunque hubo muchos clérigos que abrazaron la causa independentista.
Por fin, hay un factor determinante en el proceso: el apoyo británico a los insurgentes. El Reino Unido que respaldó la Independencia con créditos y envío de oficiales, logró las condiciones para la paulatina integración de los nuevos países a la periferia del capitalismo en ascenso.