“Sabemos que mienten….”

La “verdad”, en propaganda o publicidad, o en información para convencer, tiene el riesgo de no ser solo verdad. Quizás traslada una media verdad, que, por ser tal, puede resultar una grave mentira, por el algo de verdad que puede inducir a engaño. Y esto, no sólo se da en versiones de gobierno, también en las de opositores, y en las que vienen de otras fuentes.

La explicación –que no debe ser justificación- es que al que publicita o informa lo mueve su interés –para él superior- de promover o estabilizar una situación o un resultado; y, a veces, se “fabrica” versiones, para dar tranquilidad o confianza.

En el Ecuador, el 7 de abril de 1958, en un vuelo de Guayaquil a Quito, en el sector de Chugchilan, se estrelló un avión de la compañía Área. Se informó que una patrulla había llegado al sitio, con un sacerdote que, ante los 32 cadáveres de los ocupantes, había celebrado oficios religiosos, y que, por la imposibilidad de descenderlos, se les dio sepultura. Pasaron los días y llegó otra patrulla que encontró partes dispersas de los cadáveres, conservadas por el intenso frío del sector. El sacerdote admitió haber faltado a la verdad “para dar resignación a los familiares”. ¿Mentira piadosa?

En un entorno de libertad, en que se pueda acceder a otras fuentes de información, sin que haya condicionantes o límites, podrá evidenciarse lo que se oculta o miente, aun cuando sea en tiempo diferido; pero, antes de esa evidencia, los de las medias verdades habrán podido obtener beneficios de éstas y de las mentiras que conllevan.

Cuando impera el autoritarismo y la corrupción desde el poder, las mentiras se institucionalizan, pasan a ser dogmas.

El 30 de diciembre del 2019, el médico chino Li Wenliang, de 33 años, casado, con un hijo de 5 años, por chat envió mensajes a sus compañeros para que usen ropa de protección, porque habría una enfermedad que le hacía recordar al Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS), que el 2003 causó 774 muertos. La Oficina de Seguridad Pública de Wuhan, epicentro del brote de coronavirus, lo acusó el 3 de enero de estar incurso en “una conducta que ha alterado gravemente el orden por difundir falsedades”. La notificación puntualizó: “Le advertimos que si sigue terco e impertinente, y continúa con este comportamiento, será llevado ante la justicia, ¿ entiende?”. Li tuvo que escribir “si entiendo”. En su cuenta de Weibo –como el internet nuestro- escribió “Sabemos que mienten, ellos saben que mienten, saben que sabemos que mienten, sabemos que saben que nosotros sabemos que mienten y, aun así, mienten”.

Por atender un cuadro de glaucoma, sin la protección adecuada, a una paciente afectada, Li se contagió del corona virus. Falleció en la madrugada del 31 de enero.

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