¿Será tiempo para reír? Celebrar algo con risa, como “el alba, el agua de una fuente, de un prado ameno”, o un buen “cacho”, se lo está empezando a limitar. La risa, movimiento que demuestra alegría o gozo, sólo se la escuchará en los inocentes niños, o en el forzado adulo de un mayor de edad hacia quien ostenta el poder.
La sal quiteña, tan conocida en todo el Ecuador por ser un producto típicamente nacional, se eliminará de la dieta. Es contraria a los postulados de la revolución. Se busca gente que aplauda, adusta, cumpla órdenes, seria (que no es lo mismo que honrada), que pierda su dignidad por migajas de pan. Que rinda pleitesía a quien le da un “carguito”. Los contratados no pueden reír, porque demostrarían cierto grado de independencia, y ello no está permitido en el socialismo del siglo XXI. Prohibido sonreír. Prohibido el humor.
La risa es un sonido incómodo para las autoridades. La alegría para el común de los mortales sirve para olvidar, al menos por unos segundos, la inseguridad en las calles y avenidas de las ciudades; el desempleo y subempleo rampantes en el país; la represión por cualquier manifestación que demuestre el descontento por las órdenes emanadas por el Poder Ejecutivo.
El humor se emplea para criticar, aún a costa del miedo de ser escuchado y delatado. Es una terapia para desahogar el temor que muchos ecuatorianos sienten y no lo expresan. La sonrisa es un producto de prohibida producción: pone en peligro la tranquilidad del gobernante y sus servidores.
La caricatura es un dibujo satírico que toma en broma ciertos hechos u objetos de la vida real. A través de la caricatura política, se expresa el sentir de la gente. Es lo que piensa el pueblo a través de unos trazos hechos a lápiz. Es un arte que “relata”, en muchas ocasiones, acontecimientos que la autoridad no quiere ver, y menos que la gente los conozca.
La caricatura es una manera de poner el dedo en la llaga a funcionarios, públicos o privados, que han tomado decisiones del todo cuestionables o insólitas. Un buen caricaturista en pocas líneas “dice” más, y de forma más sencilla, que ciertos “escribidores” del Gobierno. La caricatura es una sátira, es decir, una composición poética cuya finalidad es resaltar de forma simpática, algo o alguien. No es insultar, ni menos mentir. Es divertir sanamente. En alguna oportunidad Mario Moreno, Cantinflas, dijo: “El mundo debería reír más, pero luego de haber comido”.
Tanto expresa una caricatura, que a criterio de serviciales funcionarios públicos, es preferible proscribir este tipo de trabajo en que el ingenio prevalece. Hay que callar a todos aquellos que tienen habilidad y chispa para el dibujo, y agudeza en su análisis de la realidad.
¡Prohibido dibujar! ¡Bienvenida tristeza!