En el 2004, como periodista, cubrí una reunión de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) en Santiago. Perú, Chile y México son los únicos países latinoamericanos que integran ese enorme bloque comercial que incluye potencias del tamaño de China, Japón, Australia, Canadá, Corea del Sur, Singapur, Tailandia, etc.
Recuerdo muy bien que tuve acceso a mirar el menú que se servirían en la cena oficial los presidentes. Destacaba el hecho de que se comenzaba con un coctel de camarones ecuatorianos. No decía camarones solamente, resaltaba que eran ecuatorianos. Después leí un reportaje que describía las medidas de seguridad en torno al hotel donde se hospedaría el Presidente de Estados Unidos.
La crónica destacaba otro detalle, decía que el gigantesco adorno de flores colocado en el lobby del exclusivo hotel estaba confeccionado con flores ecuatorianas. En el recinto donde se celebró la reunión había una feria donde los países, miembros y no miembros de la APEC, exhibían sus principales productos de exportación. Para mi sorpresa no había ningún stand ecuatoriano.
Hace pocos días, en la página web de O Globo, me llamó la atención un video que mostraba unas imágenes de una marca de chocolate ecuatoriano: República del Cacao. El periodista relataba una ruta del cacao artesanal que se producía en Belem do Pará, un estado del nordeste brasileño y su ruta hacia los mercados europeos, especialmente Suiza. Precisamente mencionaba al cacao ecuatoriano como uno de los productos que junto con el brasileño y el mexicano era exportado a Suiza, un país que se caracteriza por ser uno de los mayores productores de chocolate con materia prima proveniente de América Latina.
En la página web de República del Cacao se cuenta por qué a una variedad de cacao se la conoce con el nombre de ‘Cacao Arriba’. A principios del siglo pasado, un suizo viajaba por el río Guayas. “Mientras experimentaba la emoción del trópico a orillas del río y miraba bajar en canoa las cargas de cacao para la exportación se sintió hipnotizado por el penetrante y encantador aroma del lugar”. Preguntó de dónde venía ese cacao y en coro los nativos le respondieron: de río arriba. Desde entonces los extranjeros denominaron esta variedad de cacao Río Arriba, que también es sinónimo de alta calidad y fino aroma.
Juan Carlos Castillo y Jaime Freire se internaron en el corazón de la agricultura del cacao para registrar en imágenes la actividad y producción del Cacao de Arriba, que merecidamente obtuvo una Denominación de Origen, lo cual permitirá un mejor posicionamiento en el mercado mundial. Lograron un trabajo documental denominado ‘El gran cacao’, que es patrocinado por el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual. En la actualidad el cacao en el mundo está en una situación óptima de precios; iniciativa como esta merece apoyo.