La oposición y el Gobierno en el Ecuador es probable que desconozcan que muchas veces un proceso contiene resultados aún más importantes que aquellos que se proyectaron al inicio con objetivos y fines. Para entender mejor este aparente galimatías es necesario repasar lo que constituye la esencia de la política.
Una vez que se produjo el fin de la Guerra Fría, implosionó la Unión Soviética y emergieron países con perfiles de potencias como China Popular, India y Brasil, entre otros, algunos cientistas crearon modelos de endoso de la política hacia la tecnocracia o hacia la economía. Un craso error, pues mientras exista humanidad será indispensable el poder que junto el suelo y el territorio conforman el Estado. Este planteamiento es válido tanto para la oposición como el Gobierno, que están inmersos en un proceso que solo terminará con las elecciones de 2017.
El primer round, como se esperaba, lo ganó el Gobierno con el fallo de la Corte Constitucional, que le evitó el susto de que el pueblo decida sobre la reelección indefinida. Buen trabajo hizo el alto organismo constitucional que aprovechó la omisión de la Asamblea de Montecristi que al definir la estructura del Estado del Ecuador hizo uso de varios adjetivos: “…democrático, soberano, independiente, unitario, incultural, plurinacional y laico”. Se les olvidó –¿o ya habrán pensado en el 2017?- de continuar con la tradición constitucional y agregar que el Gobierno también es alternativo. Sin embargo, los constituyentes no fueron muy acuciosos y en el segundo inciso dispusieron que el Ecuador se organice como una República. Según se conoce por la Ciencia Política, un rasgo fundamental de la República es la alternabilidad; de lo contrario, estaríamos hablando de una monarquía. Solo faltó que los miembros de la Asamblea también incluyan que el Gobierno sea hereditario. Así todos estaríamos felices comiendo perdices o palomitas de maíz.
La oposición en los primeros amagues demuestra ingenuidad e inexperiencia. Quiere partir de líderes o partidos y no de grandes frentes donde el jefe máximo sea sustituido por un comando. La recolección de firmas para la no reelección es importante conociéndose que jamás los organismos de control la pasarán; sin embargo, puede llegar a ser convocante y generar movilizaciones. Por eso, los diferentes líderes o dirigentes de los partidos de oposición debieran ir a ver una o dos veces la película del No, que trata sobre la victoria en el plebiscito chileno que partió de un eslogan simple y creativo: “NO + Pinochet”.
Esperar que la Asamblea Nacional no apruebe la mal llamada “enmienda, es como confiar que se “fría el granizo” al decir de Don Andrés F. Córdova. Sin embargo, el sector opuesto contará con más de un año donde el desgaste puede acelerarse o por el contrario revertirse. Depende del rumbo que se escoja.