El problema de los gemelos

Durante años se produjo un duro debate sobre el Consejo de Regulación y de Desarrollo de la Información y Comunicación, que contenían los proyectos de la ley correspondiente. Se discutió de manera prioritaria su conformación y atribuciones; además, de parte del oficialismo, como saltar la barrera del artículo 232 de la Constitución que determina que los entes regulados -en ese caso el Gobierno con sus múltiples medios de comunicación- no puede integrar organismos de regulación y control para evitar ser juez y parte. Finamente, se aprobó un organismo integrado por miembros relacionados directa y políticamente con el Ejecutivo. Si el debate fue arduo quedó corto frente a la modificación de última hora del proyecto con la creación de la Superintendencia de Comunicación. De esa manera se creó una pareja: uno de sus miembros destinado a regular y fijar parámetros y la otra a sancionar por su cuenta y sin ninguna vinculación expresa con el primero.

Sumado a las demandas de inconstitucionalidad que no se expedirán produciendo un silencio que permitirá allanar el camino a la Corte Interamericana de Derechos Humanos hay que ubicarse en el escenario de una ley vigente. Por eso, de no superarse la dualidad de los dos organismos surgirán nuevos obstáculos para una aplicación de buena fe de la ley, aumentado el conflicto y los registros de disputa entre el poder y los medios independientes.

En estas circunstancias y si no se da rienda suelta al revanchismo con la aplicación de la ley, los organismos de control debieran aprovechar la opción reglamentaria -que puede ser reformada en cualquier momento - y convertirla en una herramienta que conduzca a un "statu quo": no se transa, no hay paz, siguen las tensiones, pero pueden encontrarse vías y salidas de convivencia.

Para tal efecto, las facultades del Consejo de Regulación son generales, abiertas y permisivas para desarrollar, en la instancia reglamentaria, mayores concreciones y aclaraciones. Mientras tanto se puede enjaular la facultad sancionadora y represiva, bajo la amenaza o prevención de aflojar a las fieras si se presenta indisciplina o desacato.

La historia de la prensa y de los medios de comunicación enseña que las fricciones -tensas o violentas- entre prensa u poder no terminan, ni aun en los regímenes autoritarios. Los diarios peruanos sobrevivieron a Velasco Alvarado, a Fujimori y Montesinos. El Mercurio, La Tercera y otros pasaron la barrera pinochetista y a pesar de múltiples vaivenes judiciales y legislativos El Clarín todavía es el diario argentino de mayor circulación. Es vedad que a la hora del balance La Razón de Buenos Aires cedió ante el embate del primer peronismo y que El Siglo del Partido Comunista en Chile quedó reducido a semanario; sin embargo, es notorio que el balance se inclina hacia la supervivencia de la prensa independiente, luego de que las tormentas cedan su ímpetu a los cambios climáticos.

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