El consumo de drogas es un fenómeno que proviene del mundo antiguo, pero como tema de la agenda internacional apareció a comienzos del siglo XX. En efecto, por la importancia de las medidas de control internacional de estupefacientes, se convocó en 1909 a la primera conferencia interestatal sobre la materia, que se realizó en Shangai (China), por iniciativa de los Estados Unidos. Poco tiempo después, en 1912, se suscribió en La Haya la Convención del Opio, que fue el primer acuerdo multilateral en este campo .
Desde entonces se han celebrado numerosas reuniones especializadas y se han concluido varios instrumentos multilaterales, en el marco de la Sociedad de las Naciones, primero, y de las Naciones Unidas, después. La Comisión de Estupefacientes de la ONU se creó en 1946. Frente a la creciente gravedad del problema a nivel regional, la Organización de Estados Americanos creó en 1986 la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (Cicad), órgano a través del cual opera la OEA.
Como bien se conoce, la problemática del narcotráfico y los delitos conexos han cobrado en nuestra región unas dimensiones tan alarmantes que el tema fue objeto de atención prioritaria en la cuadragésima tercera Asamblea General de la OEA, celebrada en Guatemala en la primera semana de junio.
Las deliberaciones se basaron en el informe del Secretario General sobre “El problema de las drogas en las Américas”, elaborado por mandato de la Cumbre de las Américas de abril de 2012. El estudio contempla cuatro escenarios: el fortalecimiento de las instituciones y la seguridad; la despenalización de las drogas; la capacidad de reacción de la comunidad y la ruptura de la cooperación entre países consumidores y de tránsito. La Declaración de Guatemala “Por una política integral frente al problema mundial de las drogas en las Américas” es un documento denso y de rico contenido, con los elementos esenciales de los trabajos de la asamblea sobre este asunto complejo, que tiene costos políticos, económicos, sociales y ambientales y afecta a los diversos estamentos de la sociedad.
En la asamblea se resaltó, entre otras cosas, la importancia de la plena implementación de las tres convenciones internacionales de fiscalización de las drogas, así como de otros instrumentos conexos adoptados en el marco de la ONU y de la OEA. Por la trascendencia y complejidad de los temas se sugirió la posibilidad de convocar a un período extraordinario de sesiones para considerar la consolidación de la Estrategia Hemisférica de Drogas y la eventual adopción de un nuevo Plan de Acción para 2016-2020. La Secretaría General de la OEA recibió el encargo de tomar las medidas necesarias para llevar a la práctica los acuerdos asumidos en Guatemala.