Las crisis bancaria y cambiaria que afectaron a la economía ecuatoriana a fines del siglo pasado fueron tan severas que llevó al Presidente a anunciar a inicios del año 2000 que el Ecuador iba a sustituir el sucre por el dólar como moneda de curso legal. En aquel entonces no existía el marco legal para efectuar esa transición, por lo cual el Gobierno envió una ley de urgencia económica para dotar al país del marco legal básico para poder efectuar la transición del sucre al dólar. Esta ley conocida como Trole I planteó entre otras, dos reformas importantes. La primera de ellas consistía en crear un sistema de contabilización de la emisión de moneda fraccionaria y de los depósitos que el sector público y los bancos tenían depositados en el Banco Central para garantizar su cobertura. Así nació el sistema de balances del Banco Central. La otra reforma estaba orientada a dolarizar los estados financieros de los bancos y las empresas, para lo cual debía convertirse en dólares los activos y pasivos a un tipo de cambio fijo. Así mismo, se fijó una tasa de interés para los préstamos convertidos de sucres a dólares imitando lo que hizo la Argentina cuando adoptó la convertibilidad. De esta manera se puso en vigencia un marco operativo para entrar de lleno a la dolarización, proceso que culminó con éxito en septiembre del año 2000 cuando se habían canjeado la totalidad de sucres por dólares. Luego vino la Ley Trole II que introdujo reformas a la legislación laboral permitiendo la tercerización y la contratación por horas. Estas reformas fueron derogadas hace pocos años debido a los abusos que ciertas empresas cometieron afectando los derechos de los trabajadores. Continuando con las reformas, y reconociendo la imposibilidad del Banco Central de actuar como prestamista de última instancia, se aprobó la ley de seguridad financiera con tres pilares: un fondo de liquidez para que actúe como prestamista de última instancia; una institución que garantice los depósitos del público, y un sistema de resolución bancaria. La economía en estos años de dolarización se ha estabilizado y ha crecido sostenidamente. Esta situación se ha debido principalmente a que los precios del petróleo y de las materias primas han crecido constantemente. Así mismo, las remesas del exterior han mantenido sus niveles, y el dólar se ha depreciado durante los últimos años. Una primavera perfecta que se ha encargado de sustituir con creces la ausencia de políticas cambiaria y monetaria. En la actualidad las remesas han disminuido, el precio del petróleo está inestable, y el dólar se está fortaleciendo. Estas tendencias, de continuar, podrían transformar la primavera en un crudo invierno que podría borrar los avances de estos últimos años de estabilidad y crecimiento.