Enrique Echeverría G.

Presupuesto complicado

Ahora, cuando elaboran el Presupuesto del Estado para el próximo año, viene a la memoria las lecciones de nuestro querido profesor de la Universidad Central, Dr. Núñez. Advertía que contiene una lista de gastos previstos, pero en la realidad de la vida los únicos gastos previstos son los imprevistos.

Dos invocaciones se escuchan en la Asamblea: la una, recursos, que significa dinero y más dinero para la obras; la otra, autoridades competentes, que son aquellas que entregan los ingresos a través del Ministerio de Finanzas.

Los legisladores están en la Asamblea por elección popular. Para ganar la voluntad ofrecieron conseguir lo necesario, para realizar las obras que los ciudadanos anhelan.

Para algunos, arribar al poder sirve también para beneficio personal, como hemos visto con quienes se aprovechaban de parte del sueldo de sus asesores, o que se valían de esa posición para gestionar cargos y que merecieron la expulsión en medio de aplausos propinados en la cara. Podría darse el caso de HH cuya misión personal consista en eliminar glosas con responsabilidad penal emitidas por la Contraloría del Estado, de quienes tiene referencia el legislador Fernando Villavicencio, quien no se casa con nadie.

Ya se anuncian candidaturas para las elecciones de 2023. No cabe duda que sus aspirantes están animados por espíritu patriótico y de servicio. Pero procede meditar por qué se conforman tantas agrupaciones participantes. En las últimas elecciones, actuaron aspirantes agrupados en 285 organizaciones políticas. Son: 8 partidos políticos; 17 movimientos nacionales; 72 movimientos provinciales; 168 movimientos cantonales y 20 parroquiales, en busca del respectivo sector de poder en la Presidencia de la República, en la Asamblea Nacional y en otras parcelas del poder político.

En las discusiones legislativas sobre el Presupuesto del Estado salió a luz una preocupación nueva relacionada con la “clase media”. Todo aquel con un ingreso de 2.000 dólares o más, lo catalogan en esa categoría.

La gente del alto poder político pertenece a clase económica elevada, que no les permite tener un concepto claro de cómo vive la gente de clase media que ayer lo fue y que en estos años está descendiendo a la pobreza.

La quiebra bancaria del año 2000 esfumó la mayor parte de su patrimonio; y, a continuación, los elevados gastos para atender la salud se han multiplicado; en particular el de medicamentos, de servicios profesionales, de cirugía, de laboratorios para resonancia magnética y similares, todo lo cual torna imposible una vida medianamente tranquila, para una persona con 2.000 o 2.500 dólares de ingreso, especialmente si debe pagar arriendo y cubrir costos de educación de hijos.

Por esa razón, mucha gente está acudiendo a la medicina tradicional, aquella que curó a nuestros antepasados.

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