Víctor Borja Terán / Columnista invitado
Con este título publicó Leopoldo López en febrero del 2016 un libro sobre su calvario en la cárcel de Ramo Verde de Caracas, confinado por la dictadura de Nicolás Maduro. López es el símbolo de la oposición venezolana y el más peligroso rival de un gobierno incapaz de solucionar las necesidades del pueblo al que somete.
Su actividad política empezó en la universidad y se consolidó cuando fue alcalde de Chacao. Pero luego de las pacíficas manifestaciones estudiantiles de febrero del 2014 para protestar por la inflación y la escasez, y de que se entregara voluntariamente a la ‘justicia injusta’, fue detenido por el Servicio Bolivariano de Inteligencia SEBIN acusado de ser el causante de las muertes ocurridas en las manifestaciones. Falso, pero con base en estas imputaciones fue condenado en septiembre del 2015 por los jueces chavistas a casi 14 años de prisión.
Como anota el ex presidente del Gobierno español, Felipe González, en el prólogo, para escribir su libro, Leopoldo López debió sortear acosos de sus enemigos políticos que no quisieron que se conozca el trato inhumano que le dan en la cárcel, a otros presos políticos, a sus madres y esposas. ¿Podían permitir sus carceleros que se sepa que fue acusado de delitos que no cometió, los pronunciamientos a favor de su liberación de la ONU, la Unión Europea, la OEA, de Barack Obama, de Human Rigths Watch, entre otros, que defiende valores democráticos, que América repudia la dictadura venezolana? Indudablemente, no.
Lillian Tintori, esposa de López, inteligente y valiente activista de los derechos humanos, vino a Ecuador a denunciar la crisis de Venezuela, pero el gobierno impidió su ingreso por temor a sus palabras sobre libertad y democracia. A diferencia de la libre movilidad en Ecuador de extranjeros identificados con el neocomunismo, a ella se la devolvió atropellando los principios que gobiernan los mandatos democráticos que algunos dicen hay aquí.
Leopoldo López desde la cárcel y miles de venezolanos desde las calles, luchan en este instante por reestablecer la democracia en Venezuela. Luchan por el derecho a la crítica política, es decir el derecho a objetar al gobierno o sus acciones, elemento esencial de la libertad de expresión y garantía del individuo frente al Estado. El Estado no necesita protegerse de los ciudadanos críticos, éstos, sí de él.
La defensa de López impugna en las cortes venezolanas el atropello al debido proceso y la total carencia de pruebas de los delitos que se le imputa. Sólo cuando la justicia venezolana sea independiente del gobierno chavista, habrá libertad en la patria de Bolívar. “La libertad nunca es voluntariamente otorgada por el opresor; debe ser exigida por el que está siendo oprimido” (Martin Luther King).