El Presi y la prensa

El Presidente de Alemania renunció por los duros cuestionamientos que recibió de la prensa de su país. Y a pesar de ser un presidente de centro-derecha, la principal crítica vino de un diario sensacionalista más bien ligado con la derecha del país. Cuando el escándalo pasó de la prensa a la justicia, el Presidente tuvo que doblegarse y renunciar.

Alemania es un país extraordinario, con sólidas instituciones democráticas y, sobre todo, con una justicia realmente independiente. Sin duda, esas instituciones son una de las claves para el nivel de bienestar que tienen los alemanes, que pueden disfrutar de un sostenido crecimiento económico, una alta esperanza de vida, bajos niveles de delincuencia, buena educación pública, etc.

Su presidente hasta el viernes fue Christian Wulff, un político de 53 años que estaba en el cargo desde hace dos. En el año 2007, Wulff recibió un préstamo de medio millón de euros de la esposa de un empresario a una tasa de interés especialmente baja (4,6%). Si lo hubiera conseguido en un banco, hubiera tenido que pagar unos cuatro puntos porcentuales más, por lo que el ‘subsidio’ que estaba recibiendo era de unos 20 000 euros anuales.

El préstamo lo recibió Wulff cuando era gobernador del estado federado de Baja Sajonia y en el proceso cometió dos errores. El primero fue no revelar que tenía el préstamo en una consulta oficial sobre sus relaciones comerciales privadas y el segundo fue que los funcionarios públicos en Baja Sajonia están prohibidos de recibir créditos subsidiados de personas privadas.

La denuncia del problema fue hecha por el diario más sensacionalista y superficial que yo haya visto en la vida, el Bild. El diario, que ha estado generalmente ligado a la derecha, fue muy hábil al soltar ‘poco a poco’ los datos de los préstamos de Wulff. Esa estrategia le permitió al diario subir su tiraje por un largo período, pues generó constante expectativa en los lectores de cuál sería el dato a revelarse al día siguiente. En otras palabras, armó el escándalo porque era un buen negocio hacerlo. Y la justicia empezó a investigar.

Wulff manejó muy mal el problema, porque solo reconoció haber hecho aquellas cosas que el Bild iba denunciando, en lugar de adelantarse y de hacer un mea culpa completo desde el inicio.

El problema real arrancó cuando se hizo público que, en privado, el Presidente había amenazado con enjuiciar a los periodistas del Bild. En ese momento, ardió Troya. El solo hecho de que el Presidente se atreva a influir en los medios de comunicación fue visto como una violación de la Constitución y su popularidad empezó a desmoronarse.

Cuando la fiscalía de Baja Sajonia pidió que se levante la inmunidad presidencial para avanzar en las investigaciones, Wulff renunció.

Suplementos digitales