Algunos sufren porque olvidan el presente inmediato. No recuerdan que han comido, que se han bañado y extravían las llaves que dejaron minutos atrás en una mesa. Paradójicamente, recuerdan la infancia lejana que tanta felicidad les deparó. Padecen una enfermedad cruenta que se denomina como el psiquiatra y neurólogo alemán que la avizoró, en 1901: Alois Alzheimer.
Otra enfermedad, que pareciera ubicarse en el lado más oscuro de la luna, ha sido detectada por dos académicos estadounidenses. En este caso gente muy joven padece el mal inverso a la enfermedad del Alzheimer. Sólo les interesa el presente. El pasado es un país desconocido e inverosímil, un lugar del que hay que escapar como quien huye de una maldición.
Mindset es una encuesta que cada año, desde 1998, los profesores de la Universidad de Beloit (Wisconsin), Tom McBride y Ron Nief, hacen a los alumnos que están a punto de entrar en su universidad. Se elabora una lista de 75 puntos de referencias culturales que marcaron a esa generación. El objetivo es curioso: entender cuán rápido pierden vigencia los valores que provienen de la cultura y la vida cotidiana, a través de diferentes generaciones. En una época atravesada por la velocidad y los avances tecnológicos, valía la pena saber qué pasaba por la cabeza de los más jóvenes.
Los resultados son asombrosos: destacan falta de curiosidad; ignorancia; escasa educación en primaria y secundaria, y ausencia de una formación en la casa, donde debería comenzar la exploración del conocimiento y el estímulo de la inteligencia. Decapita la idea de que la educación en EE.UU. es buena.
Las revelaciones son alarmantes: la mayoría de los estadounidenses que están por empezar la universidad creen que Beethoven es un perro (con numerosas secuelas cinematográficas) y que Miguel Ángel un virus de computadora. No pueden escribir en cursiva y opinan que el e-mail es demasiado lento.
Quienes se graduarán en el 2014 no saben que existió un país llamado Checoslovaquia. Los que nacieron en 1984 no conocen el dolor del apartheid sudafricano. Así como ignoran que IBM fue fabricante de máquinas de escribir. Tampoco saben que Alemania estuvo dividida por el odio de un muro. Los jóvenes nacidos en 1980 creen que hubo un solo papa, Juan Pablo II, quien asumió en 1978 y falleció en el 2008. Para los de 1981, Yugoslavia nunca existió.
“El lenguaje digital siempre ha formado parte de su ADN cultural”. Estos adolescentes usan sus celulares como reloj y están acostumbrados a pasearse por 500 canales de TV por cable, aunque sólo vean unos pocos.
Pudiera ser. También es un termómetro del estado de las cosas en un país que pareciera vivir el presente como única tabla de salvación. Para estos jóvenes, el pasado es un lugar en ninguna parte, una gigantesca masa de conocimiento que puede quedar atrás como quien pasa una página. Lo que produce pánico.