El precio del barril

El precio del petróleo es absolutamente clave para la economía nacional. Por lo tanto, si queremos tener una idea de las perspectivas de nuestra economía, hay que poner mucha atención a su evolución.

Desde marzo de 2011, el barril ecuatoriano se ha vendido casi todo el tiempo entre los 90 y los 110 dólares (para ser exactos, el 86% del tiempo ha estado en ese rango). Esto significa dos cosas. La primera es que el petróleo está con un precio muy alto (al menos en comparación con las tres décadas anteriores). Y la segunda es que ha dejado de crecer (como lo hizo entre 2005 y 2011).

Ajustado por la inflación, hoy se puede comprar con un barril de petróleo unas 10 veces más de lo que se podía comprar con el mismo barril en el año 1998, cuando el crudo ecuatoriano llegó a su nivel más bajo en la historia. Es evidente que hoy está muy alto.

Pero también ha dejado de crecer. Y eso tiene implicaciones importantes para la economía, porque nuestro PIB tiende a subir más cuando el precio del petróleo también sube. Por ejemplo, entre el año 2010 y el año 2011, el barril se apreció en casi 40% y la economía creció en la espectacular tasa de 8% anual. En los dos años posteriores, como el precio del petroleo casi no varió, la economía creció a tasas significativamente menores que en el 2011 (5% y 4,5% para 2012 y 2013, respectivamente).

El precio del barril depende de una infinidad de factores, todos ellos fuera de nuestro control. Esos factores, para nombrar unos pocos, van desde el clima de violencia en Nigeria, el acercamiento del Irán a los países de Occidente, la guerra civil en Siria, la caída de la producción en Venezuela, la extracción de gas natural en los EE.UU. y las tensiones entre Ucrania y Rusia, hasta la desaceleración del crecimiento de la China, las buenas perspectivas de crecimiento en la India, el estancamiento relativo de la economía de la zona euro y la desconexión de las centrales nucleares del Japón.

En el evento más reciente, cuando el grupo extremista ISIS tomó el control de Mosul y de otras ciudades de Iraq, los mercados de contagiaron de algún nerviosismo y eso explica que el precio internacional del petróleo haya subido casi un 10% desde mediados de mayo hasta el viernes pasado (aunque se sigue manteniendo en el rango entre 90 y 110).

El nuevo endeudamiento público también está conectado con el estancado precio del crudo. El Gobierno quiere seguir aumentando el gasto público pero los ingresos petroleros casi no crecen. Por lo tanto tiene que buscar fuentes de ingreso distintas y por eso ha recurrido a los chinos y a Wall Street.

Y si el precio del petróleo se dispara, nuestra economía crecerá muchísimo y si ese precio cae, la economía se resentirá. Porque la dependencia del petróleo no la hemos roto ni un poquito y nuestro destino sigue ligado a un valor sobre el cual no tenemos influencia alguna.

valbornoz@elcomercio.org

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