Este, como medida del bienestar humano debe prestar atención prioritaria a la riqueza de las vidas humanas y no solamente a la riqueza de las economías, dice el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD-, pero los opinantes sobre temas económicos soslayamos el análisis de las consecuencias de las opciones de desarrollo en la vida de las personas.
Cuando el Ecuador debe enfrentar inevitablemente las consecuencias de una economía empequeñecida, no se discute lo de fondo que es cómo le afectará al desarrollo humano, sino que se debate si se trata de una recesión técnica, de crisis, desaceleración o catástrofe.
Lo cierto es que la piscina de la dolarización se ha desaguado sin que se reponga el agua para mantener el mismo nivel, lo que determina que el nivel del agua baje sin remedio. Entonces, es preciso decidir otra manera de paliar esta situación, afectando lo menos posible a las personas pobres, por lo menos para mantener el puesto “88” que tiene el índice ecuatoriano de desarrollo humano en el concierto mundial.
El bienestar de la población requiere que los beneficios del progreso se repartan equitativamente entre las personas, pero en el Ecuador el índice de desigualdad solo alcanza el 0,570 sobre un objetivo de 1,000, por lo que cualquier programa de ajuste debe por lo menos mantener este indicador y si es posible mejorarlo.
Para salir adelante se necesita que las capacidades humanas prosperen tanto como las oportunidades de trabajo, porque la crisis hará que solo salgan adelante los más capaces, que accederán a las pocas oportunidades de un desarrollo vegetativo. Las personas necesitan más seguridad para su vida, más protección de los derechos humanos y de las libertades. Mas, en el Ecuador tenemos una situación negativa en estos temas tan importantes.
El bienestar de las generaciones futuras se labra con una educación de buena calidad, que prepare a las masas pobres para mejorar su capacidad de conseguir un trabajo digno y en el Ecuador la instrucción en general es todavía deficiente. A esto se agrega que la revolución digital dejará damnificados en el camino si no se preparan para aprovecharla.
Una de las cuestiones clave del bienestar es la salud y hemos gastado mucho en hospitales sin suficientes médicos y poco en dotar de agua limpia y alcantarillado eficiente para que no se enferme la gente pobre. Qué bueno hubiese sido que los cientos de millones de dólares botados en un proyecto fallido como la refinería de Manabí se hubiesen invertido en obras básicas de saneamiento. Ahora, el presidente Correa debe darse tiempo para reflexionar en estos temas superiores, romperse la cabeza para definir las prioridades del país en lo fundamental y, por su parte, la empresa privada, que da el empleo mayoritario, debe mejorar su productividad en todos los ámbitos teniendo como centro el bienestar de las personas.