Es arriesgada, a su vez novedosa y valiente, la posición del presidente de Uruguay respecto de un eventual proyecto de ley por el cual se pretendería regular y controlar la producción de la marihuana. Pero va más allá su intención, puesto que el Estado se encargaría, en exclusiva, de la comercialización de esta droga. De este producto se vendería una cantidad mensual únicamente a consumidores adultos registrados. La iniciativa intenta, según el Ejecutivo uruguayo, evitar que los usuarios adquieran hierba a narcotraficantes “que también venden éxtasis, cocaína o pasta base, muy consumida por jóvenes pobres”. Se trata de proteger a la juventud que suele actuar de manera atropellada ante la vida que va despertándoles curiosidades y atrevimientos.
Sólo en Holanda las autoridades admitieron, hace unos años, la venta de ‘porros’ en cafés expresamente facultados para la comercialización de la hierba. La propuesta de Pepe Mujica llega en un momento en que la guerra al narcotráfico se está perdiendo, y el poder de los carteles aumenta día a día. Ha dejado de ser un negocio local para convertirse en uno muy rentable a nivel del planeta, al que los narcotraficantes se lo están dividiendo por zonas económicas para obtener más ingresos con este sucio y perverso negocio.
La marihuana “es una mezcla verde o gris de flores secas cortadas en trocitos de la planta Cannabis sativa”. El producto se lo fuma como cigarrillo (porro) o empleando una pipa. Algunos investigadores sostienen que en la Grecia antigua se la utilizaba para animar las reuniones sociales. Según la Organización Mundial de la Salud, la marihuana es la droga ilegal más consumida. Tiene muchos nombres coloquiales: hierba, pasto, mota. Su consumo en exceso puede traer consecuencias en la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, en el cerebro y en los pulmones.
En la última Cumbre de Presidentes de las Américas, se plantearon posiciones antagónicas como la de mantener la prohibición de todo tipo de droga o la de despenalizar el consumo. No se llegó a ningún acuerdo, como suele ocurrir en reuniones de políticos, para políticos y con afanes políticos. Pero lo positivo es que se habla de nuevas alternativas.
¡De qué nos vamos a asustar los ecuatorianos, si la Constitución de Correa de 2008 despenalizó el consumo de drogas! Toda adicción, según la Carta Magna, es un problema de salud pública. Por ello, el consumo de alcohol, tabaco y sustancias estupefacientes y psicotrópicas no puede ser criminalizado (artículo 364).
Cada día está más lejana la época en que los jóvenes (‘hippies’) eran ‘happies’, y todo era ‘peace and love’. Hoy solo nos queda ‘love’ cuando nos alejamos de los políticos ‘happies’.