El sistema de Correa pierde aceptación y muestra sus lados negativos para la convivencia, la sociedad y el gobierno. La corrupción aparece por todos lados a pesar del esfuerzo de AP por todo esconder y justificarse en un inconsecuente discurso de luchar contra la corrupción. El deterioro crecerá y es ya incontenible. Nuevos datos crearán posiblemente una vergüenza pública y ensombrecerán aún más a AP, aunque siga pretendiendo que su esfuerzo es por más equidad y participación.
En los hechos, AP parece seguir los caminos de los partidos creados alrededor de un personaje (líder, cacique, caudillo) que se fraccionan cuando éste no está en el poder y las posibilidades de clientelismo político con prebendas, favores, servicios o corrupción disminuyen. Esto es cuanto más probable, que AP es un conglomerado de gente de diversas tendencias políticas (de la derecha a la izquierda, pasando por el populismo) sin real armazón para tenerles juntas, salvo el éxito de su dirigente.
Hay así un sistema que cambiar.
Los proponentes del cambio, sin embargo, no son tan visibles ni activos en sociedad, es del seno del gobierno mismo que sobresalen las iniciativas, la oposición está pobre en propuestas. Debería ser un gran momento de encuentro entre sociedad y política para concebir otro sistema e impedir que se esconda lo condenable.
Al nivel de la opinión pública, predominan los complejos debates jurídicos. Estos son inevitables, pero no son preocupación de la mayoría, se vuelven elitistas. Ya antes, el porcentaje de la población interesada en cuestiones de corrupción no era muy alto. El Ecuador, necesita sin embargo un sacudón social para mostrar lo negativo del sistema a cambiar y concebir otro, lo cual requiere la participación de la mayoría.
Por eso, la manifestación que hizo el FUT, por mínima sea, para presionar contra la corrupción, es muy significativa. Estas acciones colectivas permiten que la causa llegue a otros sectores, los mayoritarios. Convocan a crear propuestas que pueden innovar en relación a las formales legales o políticas. En el pasado, la acción de las organizaciones sociales y la protesta, aunque simple en propuestas, sirvió de contrapeso al poder. Sería precisamente una componente ahora indispensable para evitar que el robo, la mentira y el abuso del poder se banalicen o justifiquen en mejoras de infraestructura o en políticas de equidad. El seguimiento y las acciones ante lo que se haga o no, será presión para que el tiempo no sea aliado de los que esconden el delito, impiden la sanción pública y quieren de premio el olvido del mal causado. Si el cinismo se impone, la sociedad se deshace, la desconfianza gana, las orientaciones a donde encaminarse pierden sentido, es el sálvese quien pueda.