Las filas no gubernamentales despiertan en el escenario pre electoral y completan un espacio que ha estado a merced del candidato presidencial reelegible. Florecen en la Costa, particularmente de Guayaquil y apuntan a la competencia presidencial; otros, quizás la mayoría, a consolidar una presencia importante en la Legislatura. Como se explica por la voluble naturaleza de nuestra sociedad política son varias las opciones, pero se deduce que habrá una depuración ¿Póquer o ajedrez? En el primero predomina el olfato y la suerte; en el otro la racionalidad y la maestría.
Esta reacción costeña -a la ecuatoriana-, ha irrumpido en un incierto panorama en el que hasta hace poco solo existía, como antes de la creación, un demiurgo desplegado a sus anchas en la penumbra y la oscuridad.
De confirmarse estas exhalaciones electorales, el escenario mostraría tres grandes vías hacia el poder. La oficial que según los datos de la consulta popular y no de las encuestas a la medida, estaría en un 50% con posibilidad de acrecentar el porcentaje, si logra desarticular una parte del movimiento indígena y si suma ciertos populismos de la Costa. Ellos no tienen cortapisa para el uso de recursos que los tienen en exceso y los organismos de control -fiscal y electoral- sufren del mal de Jorge Luis Borges, pero sin producir las excelencias del célebre no vidente argentino.
La izquierda y al derecha disputarán el segundo lugar pues no es posible, cultural más que ideológicamente, que conciban un candidato único. Por eso, de no existir una clara estrategia electoral en estos bandos, el triunfo gubernamental en la primera vuelta repetirá lo que sucedió con Cristina Kirchner que hizo lo de Blancanieves cuando decidió ser madrastra de los siete enanitos.
De racionalizar los recursos políticos y económicos de la campaña, es posible que en varias provincias de la Costa se pueda aglutinar listas unificadas para el Parlamento que permitirá apreciar un fenómeno extraño. Perderán quizás con largura el solio, pero podrán generar una fuerza gravitatoria en el Legislativo y desbancar la hegemonía que en esta alicaída función se ha mantenido desde que expulsaron a los legisladores en el 2005. Fue la época que se inauguró con los parlamentarios de los manteles y que -nombres más o menos- se han mantenido inalterables en la Constituyente, el Congresillo y en la antifiscalizadora Asamblea de la actualidad. Muchos matrimonios aspirarían a esa fidelidad, pero deben saber el alto costo de la pensión alimenticia.
Dos partidos o movimientos pudieran inclinar la balanza a favor del Gobierno, pues sus líderes son de volátil ubicación: el PRE y el Prian. No todo el tiempo han estado en la orilla frente al Gobierno y en tales condiciones pudieran ser el factótum de los próximos cuatro años; de ser así, merecería parafrasear el viejo adagio: Dios los cría y ellos deciden el futuro político de una nación.