Roben bien o roben mal, al final es corrupción y condenable si lo hacen, pero declaraciones en este sentido distraen de los grandes temas de fondo. Gran parte de los políticos defrauda a los ecuatorianos y no aprende la lección porque con sus actuaciones quedan en mal predicamento, aunque poco les importe y se burlen del electorado, que lastimosamente no les pide cuentas.
Ya se olvidaron que la Constitución establece el principio del ama quilla, ama llulla y ama shua, que implica no ser ocioso, no mentir y no robar, pero eso no les interesa. Por eso la desconfianza de los ciudadanos, que solo sirven para sufragar y para que les elijan con voto obligatorio.
El país está otra vez obligado a exigirles cambios fundamentales en la Constitución para que se reforme la actual estructura de la ineficiente y poco confiable Asamblea, reducir el número de legisladores y transformarla en dos Cámaras; eliminar el Consejo de Participación Ciudadana y fortalecer a la Fiscalía para combatir con más fuerza a la corrupción. La anterior Legislatura se burló de un mandato ciudadano plasmado en más de 300 mil firmas, impulsadas por el Comité por la Reinstitucionalización Democrática y el pronunciamiento de la Corte Constitucional (CC).
Con las actuaciones de la Asamblea no debe perderse tiempo, que es valioso, porque con demagogia generan esperanza y pueden prometer cambios pero a la hora de la verdad afloran los intereses de grupo y cálculos político electorales y vuelve el engaño.
El cambio constitucional no es simple y debe ser asumido con responsabilidad. Por ello dada la complejidad del tema el Presidente de la República y/o la flamante ministra de la Política debieran acudir a la CC y con transparencia exponer e ilustrar sus argumentos sobre los anhelos ciudadanos en esta materia para dar gobernabilidad.
Han pasado 62 días de la posesión del nuevo mandatario y si bien la prioridad es la salud y el proceso de vacunación que se lleva a cabo con éxito, no puede dilatarse la promesa de convocar a una consulta popular para que se pronuncie sobre los cambios viables que se necesitan. A eso temen los políticos, al mandato popular; por ello hacen lo imposible para enredar los procesos, demorarlos y buscar pretextos con cualquier argumento demagógico.
El Gobierno y su ministra de la Política, con apertura democrática, confían en la respuesta legislativa, la definición de los temas y lograr consensos, pero también deben ser pragmáticos con la realidad. Eso puede demorar y llegar al mismo resultado obstruccionista de la anterior Legislatura y con ello el modelo nefasto del correísmo seguirá vigente. Si bien la popularidad del régimen aún es alta, nada garantiza ese respaldomientras subsisten sectores agazapados (el correísmo y parte de la dirigencia indígena) que tienen su agenda política.