La VII Macrorrueda de Negocios que se realizó esta semana en Guayaquil fue el escenario ideal para mostrar que la Cancillería y el Ministerio de Comercio Exterior e Inversiones quieren desarrollar un trabajo conjunto, para avanzar en una misma política comercial.
Tras diez años de permanentes tropiezos en la gestión de apertura comercial, con excepción del acuerdo suscrito a regañadientes con la Unión Europea, ahora se esperan giros pragmáticos desde el mandato que se inaugura en el Palacio de Najas.
La directriz es clara: las misiones diplomáticas deben trabajar en la promoción de atracción de inversiones y de turismo. Bajo la lógica de ‘abrirnos al mundo’, esta es la gran oportunidad de recuperar el tiempo perdido. Y las respuestas comienzan a llegar. Ayer concluyó en Ciudad de México la XIX reunión del Consejo de Ministros de la Alianza del Pacífico y en la lectura del balance de la cita se destacó el interés de Ecuador de sumarse a este ambicioso bloque.
Si a eso se suma la reciente reunión en Quito del foro del Consejo de las Américas (uno de los conglomerados de inversionistas estadounidenses más grande del mundo); la próxima visita del vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, y la suscripción de convenios por más de USD 9 000 millones con empresas nacionales y extranjeras, se muestra otro panorama del Ecuador.
Una visión más práctica y más realista de las relaciones con el mundo, así como la necesidad de afianzar alianzas estratégicas son parte de la nueva agenda que deben elaborar las carteras de RR.EE. y de Comercio Exterior. No hay que olvidar que para este Gobierno es una política de Estado la atracción de inversiones.
En medio de este nuevo escenario se suma otro actor clave: el frente económico. Tras la reanudación de acercamientos con la banca de inversión y los organismos multilaterales se esperan mejores perspectivas del país, para aliviar la pesada carga de la deuda. En definitiva, hay otra visión y, en la medida en que eso beneficie al país, habrá más oportunidades.