Alguna explicación debe existir, pues no es posible que las estrategias y tácticas de los movimientos o partidos de oposición coincidan en realizar las actividades menos aconsejadas o indicadas para conseguir el triunfo electoral de sus contratistas.
Sin embargo, obnubilados por la posibilidad de un éxito histórico, es posible que los candidatos no sean parte de este desfase o embuste y que, solo los asesores tengan una clara percepción del desastre del país que van a recibir y hagan lo posible para no triunfar. Por ese motivo hay que recurrir a la fábula de la zorra y las uvas. En estas circunstancias es necesario indagar algunos hechos para comprender la magnitud del drama nacional que se avecina. En primer lugar, descartaron las concertaciones o alianzas mayores, y solo reciben a las pequeñas que poco aportan en votos y en la formación de los bloques parlamentarios. Actúan como si los pueblos fuesen tan ingenuos que creen que no existen los titiriteros.
En segundo lugar, están dando a entender que la situación es tan grave que no hay lugar para que un opositor que triunfe pueda repetir lo que dijo el ex presidente Camilo Ponce “No soy un síndico de quiebra”, ni aceptar las palabras del presidente Jaime Roldós cuando el día de sus posesión dijo dramáticamente, ante la jerarquía militar de la dictadura saliente: “Vamos hacer andar a un paralítico”, refiriéndose al país que recibía.
Al parecer y con razón tampoco aceptan la comparación con el caso argentino. Es verdad que el triunfante presidente Mauricio Macri alcanzó una estrecha victoria; no contaba con una mayoría parlamentaria pero el legajo de inmoralidades gubernamentales que recibía concedía un importante margen de legitimidad; incluido, un tácito acuerdo con el peronismo de Massa.
En estas condiciones es posible aventurarse a explicar que no es atractivo hacerse cargo de la jefatura de Estado del Ecuador en 2017; más aún, si nadie obtendrá una mayoría legislativa ni en el menor de los casos una bancada fuerte. De comprobarse alguna de estas suposiciones es comprensible que esta pre campaña haya estado teñida de tantos desaguisados, desfases, las brújulas hechas pedazos. Si bien este significaría que el continuismo empieza en la ruta precisa, el panorama para ellos tampoco será fácil. Sin explicación alguna han sembrado vientos en el frente militar. Ya pasaron los tiempos del castrismo y el chavismo.
La campaña que está por despegar y el próximo nuevo gobierno recuerdan una de las más clásicas fábulas de la historia. Se trata de la zorra y las uvas. Sostenía la astuta zorra que las uvas estaban verdes, aunque la verdad es que no las alcazaba.
Sin embargo, el país es todo lo contrario: la frutas y el árbol están absolutamente descompuestas. No hay que saltar para alcanzar, simplemente hay que huir.