Con el único propósito de colaborar con ideas para ir saneando las finanzas públicas, es útil que algún día el gobierno considere algunas recomendaciones. Estas sugerencias le permitirán atraer capitales, promover inversión extranjera y reducir el costo del endeudamiento externo. Una básica: basta de reformas tributarias. Esto aleja la inversión extranjera y genera incertidumbre.
El Presupuesto del Estado es uno de los principales instrumentos fiscales. Debe reflejar la solidez fiscal, lo que significa la fortaleza para enfrentar situaciones adversas. Para ello, el manejo fiscal debe incluir un crecimiento del gasto que no supere el ritmo de aumento de la producción nacional.
En caso contrario, así se pueda financiar ese incremento de gasto, se está comprometiendo el futuro a cambio de un beneficio presente. Es similar a que una empresa crezca en ventas al 4% anual y su gasto aumente al 20% anual, lo que comprometería la viabilidad financiera futura. En el caso macroeconómico actual, el ritmo del gasto ha superado en los últimos años en 3 y 4 veces la tasa de crecimiento del PIB.
El gasto debe constituirse en proporciones que mayoritariamente reflejen inversión antes que egresos corrientes. Esto es importante porque el gasto de capital o de inversión aporta al crecimiento económico y al empleo, mientras que el gasto corriente se evapora y no produce aumentos de producción. En este ámbito, el gasto público ha dedicado en estos últimos años cerca de 2/3 a subsidios y gasto corriente, mientras que 1/3 se ha destinado a gastos de capital.
La deuda pública debe contratarse a plazos largos, bajas tasas de interés, con períodos de gracia y solo con la garantía soberana del Estado. El alto riesgo país, el deterioro de la imagen internacional y la resistencia ideológica para acercarse a los multilaterales han determinado que la deuda externa se contrate a plazos cortos, tasas de interés altas y en varias contrataciones, sin períodos de gracia y con garantías como es el pago en barriles de petróleo. Asimismo, la deuda pública no debe crecer sino decrecer en el tiempo, la realidad es que esta ha crecido el doble de lo que se ha incrementado la actividad económica.
La política fiscal debe actuar como un amortiguador de los ciclos económicos; es decir, generar ahorros en momentos de abundancia para atenuar los efectos de las caídas de ingresos como una baja del precio del petróleo.
Este Gobierno no ha ahorrado y se ha endeudado; es decir, no ha aplicado una política que se llama contracíclica, ha sido procíclica, esto es, con más plata más han gastado y más se han endeudado.
Mientras menos dependamos de un precio que no controlamos, será mejor. Hemos situado en los presupuestos elevados precios del crudo volviéndonos más vulnerables a su fluctuación y sin metas explícitas para ir reduciendo esa dependencia en el tiempo. ¿Estas recomendaciones se las llevará el viento?