Entre las diversas ideas que surgen de la necesidad imperiosa de ordenar a la capital de todos los ecuatorianos, está el anuncio del alcalde Augusto Barrera de preparar, en un plazo aproximado de año y medio, a la nueva Policía Municipal de tránsito.
La idea rompe con todos los esquemas que siempre hemos tenido en el sentido de que la Policía Nacional ha sido siempre la en-cargada de asumir la planificación y la dirección de todo lo que tiene que ver con el transporte.
La iniciativa del Alcalde es excelente, quizá el plazo es demasiado largo porque en materia de tránsito la ciudad está colapsada pese a la medida del pico y placa que por lo menos mejoró el tiempo de desplazamiento de todo el transporte.
Una de mis dudas se refiere al nombre que se le va a dar a la nueva autoridad responsable de controlar y dirigir todo este complicado esquema. No hace falta que se denomine Policía. Las experiencias de Sao Paulo y Curitiba son muy interesantes y deberían buscarse todas las experiencias de esas dos ciudades brasileñas para tratar de replicarlas en Quito.
En Sao Paulo, la mayor ciudad de Sudamérica, con alrededor de 20 millones de habitantes, el encargado del tema es el Centro de Ingeniería de Tráfico.
Es que el tránsito es un asunto de in-geniería, no es po-licial, no es de re-presión y sí de muchísima tecnología e inteligencia. Los agentes de tránsito, a lo mucho, portan armas disuasivas porque nunca falta por ahí algún borracho a quien hay que calmar.
Una sola entidad que monitorea vía satélite y con múltiples cámaras lo que ocurre en cada calle o avenida, en todas las esquinas y en la mayoría de puntos sensibles donde el tránsito se congestiona más, es un tema de ingeniería.
La Policía patrulla las calles para prevenir asaltos, llega hasta las favelas para dar seguridad a los pobladores y da la impre-sión de que el ciudadano está protegido. El Alcalde y el Ministro del Interior tienen buenas ideas sobre lo que debe ser la Policía Comunitaria.
Por lo tanto, si es que hay más dotación policial dedicada a la seguridad de las personas, no será necesaria su presencia en las calles. Lo bueno de la idea de Barrera es que por fin una sola entidad y con el prestigio que siempre ha tenido el Cabildo quiteño, se dedicará a este delicado tema.
Se da por descontado que la iniciativa será resistida, pero es necesaria, el tránsito de Quito es un caos, los semáforos a veces no funcionan o no están sincronizados. Hay que advertir también que algunos servicios que antes eran manejados por la Policía cambiaron, pero los problemas subsisten. Quito creció demasiado.
¿Cuándo llegará el día en el que se anuncie que se acabó el largo cuento de que no hay especies, no hay placas o se daño la Polaroid?