Cuando existe una política nacional de defensa y de seguridad con claridad conceptual, intenciones transparentes, misiones claras para las FF.AA., Policía y órganos de seguridad, los planes que ejecutan esa política nacional, no se prestan para confusiones.
La coordinación interinstitucional se da sin sobre posición ni sustitución de fuerzas que conlleva hacia un proceso progresivo de conformación de una nueva fuerza, de una Policía militarizada, basada muchas veces en el concepto erróneo de capacidad ociosa o subutilización de medios.
En menos de un año, Brasil nos da un ejemplo de cuán factible es que sus FF.AA. se comprometan profesionalmente en la seguridad de sus fronteras. La Operación Agata IV, desplegó más de 8 000 efectivos en coordinación con la Policía Federal, Ministerio del Interior y el Sistema de vigilancia amazónica, integrados en una sola operación bajo directriz presidencial.
Cuando la seguridad ciudadana requirió de la acción militar como en el caso de la Rossina, una de las más grandes favelas de Río de Janeiro bajo acción del crimen organizado y el narcotráfico, el Ministerio de Defensa cooperó estrechamente con la Policía, para con una operación militar retornar el control de la localidad y restituirlo a la Policía que es la responsable de la vigencia de la ley y control del orden social. Las FF.AA. retornaron inmediatamente a sus cuarteles.
Inclusive para una misión de seguridad nacional como en el caso de Río+20, Conferencia Internacional de la ONU, programa un empleo sin precedentes de todas las capacidades nacionales. Seguridad de puertos, aeropuertos, instalaciones estratégicas, cobertura del espacio aéreo con su sistema de defensa y despliegue de 15 000 efectivos de las FF.AA. y 7 000 de la Policía bajo coordinación del Ministerio de la Defensa.
Por otro lado cuando se quiere conformar una Guardia Nacional, como es el caso de Rusia, para combatir “amenazas internas” y externas, como reporta el Russia Today, se reestructuran las tropas de las diferentes fuerzas nacionales, para la seguridad interna y preservación del orden interno, aunque las autoridades oficialmente no lo hayan reconocido.
El tema por lo tanto está en la transformación de las Fuerzas de Defensa y Seguridad, el simplón argumento de cambiar el equipamiento a las FF.AA. y darles entrenamiento policial no resuelve la seguridad interna y pone al descubierto la maniobra de transformación de fuerzas. La explicación de la seguridad ciudadana, obviamente, sirve muy bien para lo que realmente interesa, el orden público ante una perspectiva de violencia política y social, para dar paso a la creación de una Policía militarizada; o acaso el pedido de reforma de la Ley de seguridad pública y del Estado no van en esa dirección.