La democracia ecuatoriana en uno de los momentos más frágiles desde el retorno en 1979, inicia la segunda vuelta electoral con una evidente tendencia hacia una polarización entre dos opciones, en un proceso muy delicado para la estabilidad de la República. Es necesario aclarar que las causas no son ideológicas, étnicas, religiosas; son el enfrentamiento radical de intereses políticos y económicos; estos últimos, suelen desarrollarse entre bambalinas y se ocultan de la ferocidad del combate hasta segunda vuelta.
La gravedad del problema es que, en el Ecuador del 2021 el alineamiento incluye a élites académicas, empresariales, corporativas, comunicacionales y hasta la sospecha de religiosas . El émbolo de este proceso es la figura de ex presidente Rafael Correa y un extraño colectivo que se identifica como el que “el correísmo”. En este último se aglomeran protestas, frustraciones, antimorenismo y parte de las rebeldías generacionales y sociales que protagonizaron las revueltas como la de octubre en Quito como en Santiago de Chile. Al frente de este conjunto de protestas y cambio radical se encuentran colectivos con lineamientos políticos económicos: libre comercio, reducción del Estado, apertura externa, control de la seguridad ciudadana con la mayor represión posible. Solo falta que si pierden no se refugien en alguna cervecería como la de Bürgerbräukeller, en Múnich de Alemania en 1923.
La polarización nace de una competencia política de las facciones y se la comprende mejor si se analiza un entorno donde el diálogo y hasta la concertación no son posibles mientras dure la intransigencia de posiciones y la renuencia a negociar algunos puntos básicos de la coyuntura.
Eric Fromm en plena Guerra Fría escribió un ensayo que tituló ¿Podrá sobrevirar el hombre? Identificó en su análisis el comportamiento del ser humano que no diferencia en la vorágine de una tensión extrema lo posible y lo probable. Expuso que en el catecismo de guerra el malo de la escena era capaz de hacer todo lo inimaginable y no era útil negociar con ese hijo del maligno. En el otro carril, el perverso, también consideraba que el bueno era capaz de todo. Solución: Guerra total. Ojalá no sea el caso del proceso electoral 2021 y que se respeten dos reglas fundamentales: libertad del sufragio y transparencia del escrutinio.
Mientras tanto no aticemos el fuego como el presidente del Ecuador que se interesa, en esos momentos, sobre los movimientos de las guerrillas colombianas y su posible asistencia a la campaña a la Ecuador. Para tal propósito hay otras vías expeditas y no la electoral. Preferible es que su atención se concentre en la frontera con el Perú ante el inusitado despliegue de fuerzas blindadas sureñas para atemorizar a ciudadanos venezolanos desamparados. Que las fuerzas armadas cerquen al territorio llanero que dejó de ser soberano a causa de la miseria de su pueblo.