La poesía de Oquendo

Antes de hablar de poesía me permito anotar un dato curioso escrito en 1980 por el poeta cuencano Rubén Astudillo y Astudillo (1938-2003). “Diego (Oquendo) tiene talento (para escribir), le sobra, le llueve talento. Es decir, no va a callarse”. Esto escribió el autor de ‘Canción de lobos’ en Caracas, seguramente cuando cumplía una de sus tantas misiones diplomáticas después de su larga estadía en la China de Mao, la comunista, no la capitalista actual.

¿Y por qué la alusión a no callarse? La primera tal vez provenga del hecho de que el poeta cuencano vivió en la China del silencio intelectual rebelde; la otra, tal vez la más probable, es que conocía muy bien que un periodista como Oquendo, hasta el año citado, ya se había convertido en el blanco de ataques del poder político. Algo recuerdo que una bomba destruyó su automóvil y parte de su casa, que varias veces fue detenido y castigado arbitrariamente.

Un periodista sabe que no puede trabajar sin abrir la boca, trátese del gobierno que fuere, incluso durante los largos periodos dictatoriales de nuestra frágil democracia. Entonces, si no se calló durante su juventud, tampoco lo hará ahora pese a las más recientes provocaciones de políticos arrogantes y con poder fugaz. Tampoco se puede silenciar a un periodista que, además, es sensible y capaz de escribir poesía.

Y como en lo personal aprecio mucho más a las personas por su sensibilidad musical, citaré de una de sus obras ‘Misiva para un buzón vacío’ (simples poemas de amor) la que él tituló Partitura y dice: “Hay una música atendible; la que interpretan el corazón y su doble cadencia”.

Pero es ‘En búsqueda de los cantos perdidos’
donde Oquendo alcanza ese género literario que se conoce como lírica. Porque expresa sus sentimientos y logra despertar los del lector, nada fácil de alcanzar. Solo en tono de digresión, no fue de ganas que a un cantante como Bob Dylan le dieran el Nobel de Literatura (si es que lo encuentran) por el contenido profundo y enternecedor de sus canciones.

Oquendo cuenta con toda la sensibilidad y buen gusto para darle a su poesía también contenidos épicos y dramáticos, como la mejor de las óperas. Volviendo a las palabras del poeta Astudillo y Astudillo: “Versificación que se inspira en las cosas sencillas y va creciendo, cubriendo sinfónicamente, paso a paso, los grandes temas del hombre en sus diferentes estadios vitales, incluido Dios, la muerte y la esperanza”.

Son tiempos difíciles para los poetas, pero siempre fueron así. Tiempos difíciles para el periodismo, Oquendo ni ningún periodista nunca tuvieron tiempos fáciles. En el prólogo del poeta cuencano se advierten palabras proféticas para quienes como Oquendo aman y aprecian la libertad. La voz del poeta, la del cantor y mucho menos la del periodista, que no se callen jamás.

@flarenasec