Un Presidente joven necesita un poco de utopía. Creer en algo, para no perderse en la soledad, porque la vida siempre es porvenir y todos los días amanece, dijo Pepe Mujica. Ahora, cuando a los jóvenes les interesan nuevos temas como la inteligencia artificial y el cuidado del ambiente, el jefe de Estado tiene la oportunidad de instaurar una gobernabilidad productiva, disminuyendo la polarización política, para alcanzar el bienestar de toda la gente, con expectativas de largo alcance, que viabilicen cambios de fondo y abandonen el populismo contraproducente.
La sociedad ecuatoriana se está desmoronando porque no se entiende que la paz se consigue a base mejorar la vida de los ecuatorianos vulnerables que suman 4 millones. Un cambio básico es que la educación sea funcional a las oportunidades de trabajo, no excluyente y supere a la obsoleta del siglo pasado, cuyos resultados son desastrosos cuando la juventud vulnerable y excluida no puede entender lo que lee ni lo que calcula.
Para esto se necesita muchos recursos económicos que hoy no los tenemos, pero que los podemos tener, si se aplica una política de justicia social. El Ecuador no es país pobre sino injusto, pues la riqueza se ha acumulado sin tener conciencia que estamos dejando atrás a mucha gente. Ahora es la ocasión que un Presidente rico, en uso de su libertad, tome medidas sociales, que sean comprendidas por sus congéneres. El Presidente Noboa tiene que ser valiente y honesto consigo mismo y con los gobernados, para inspirar credibilidad y ser obedecido.
Hay problemas enormes: la producción petrolera se derrumba teniendo reservas suficientes, y la minería de oro y cobre no es un aporte importante para el país dueño de las minas. Todo esto requiere que los mejores expertos del país conformen el gabinete ministerial, si jefe de Estado abre las oportunidades a los mejores ecuatorianos.
La infraestructura física necesita grandes inversiones en buenas carreteras, que bajen los costos logísticos de la producción para el consumo y la exportación. El Presidente debe convocar a las empresas de los tantos países que ha visitado, para que inviertan en estas obras que dan empleo y progreso, mediante acuerdos para pagar la inversión con el usufructo de las carreteras, tal como se hizo con la inversión del Aeropuerto de Quito.
El fisco no tiene recursos porque se han concedido demasiados subsidios, a los combustibles, a la energía eléctrica, a la seguridad social. Porque se han establecido demasiadas excepciones en el cobro de los impuestos a la renta, al IVA, a las herencias y a los patrimonios grandes, como el del asambleísta que declara una riqueza que pasa de los 30 millones de dólares. Todo esto es difícil porque siempre habrá oposición, pues a nadie le gusta contribuir para el progreso de la gente necesitada, pero para eso está el gobierno, si se quiere que el país tenga con qué progresar.