La visita de la expresidenta argentina Cristina Kirchner permitió advertir, entre tantas cosas, la forma tan diferente de ver y relatar la realidad que tienen los “progresistas”.
El esfuerzo colectivo por limpiar de culpa, contra toda evidencia, a los líderes de este bloque ha conducido a la convicción de que existe un complot internacional para destruirlos. Es una estrategia que sirve muy bien antes, durante y después a los gobiernos que tienen casos de corrupción que ocultar. Antes porque se curan en sano haciendo creer que una fiscalización futura sería solo venganza política; durante porque permite desacreditar a quienes denuncian casos de corrupción presentándolos como parte de una conspiración internacional; y después, como el caso de Cristina Kirchner, porque se denuncia la acción de los jueces como prueba de persecución política.
El manejo de la publicidad, el control de la información, la manipulación de las cifras, son mecanismos de los “progresistas” para crear su propia realidad que no llegarán a creerse sus ejecutores pero se convierte en dogma para sus seguidores.
La exPresidenta Kirchner escenificó su propia realidad durante su visita a Quito. El gobierno argentino decidió ese día volver a publicar los índices de pobreza que se habían suspendido tres años atrás. La noticia se difundió por todo el mundo: uno de cada tres argentinos vive por debajo del nivel de pobreza.
El índice de pobreza en el 2013 era de 26%, pero un día la señora Kirchner aseguró en una reunión internacional que la pobreza en su país era de 4.7% y todos los funcionarios se sintieron obligados a sostener esa declaración y a repetirla.
Lo que parecía inicialmente un error, se convirtió en una verdad oficial y nunca más se publicó el índice de pobreza. Cuando le preguntaron al ministro encargado por qué no publicaba el índice respondió que el Estado no estaba para contar pobres. Algún periodista comentó que un índice tan bajo no era posible ni en los países más desarrollados y preguntó al ex jefe de gabinete Aníbal Fernández quien se atrevió a soltar: ‘Argentina tiene menos pobres que Alemania aunque no te guste’.
Durante su visita a Quito la ex Presidenta sostuvo que había dejado la pobreza por debajo del 5% y que las políticas del gobierno actual han provocado la subida al 32%. Todos los “progresistas” estarán persuadidos de esa verdad aunque sepan que es imposible incrementar tanto en tan corto tiempo.
Nosotros hemos pasado por cosas parecidas eliminando la publicación de balances del Banco Central o cambiando la forma de medir la pobreza o la inflación. A ningún gobierno le gusta contar pobres; aquí se contaba pobres cuando había dinero para incrementar el número de beneficiarios del bono de desarrollo humano, pero ahora que no hay dinero y se reduce el número de beneficiarios, ya el Estado no está para contar pobres.