Aunque en materia de salud se ha avanzado en este Gobierno, es lamentable el estado en que muchas casas de salud se encuentran en nuestro país. Los hospitales y clínicas privadas, no son la excepción.
Pruebas al canto:
Un conocido profesional ingresó hace pocos días a una “prestigiosa” clínica local para una supuesta operación de apendicitis, pero cuando lo “abrieron” el cirujano se dio cuenta de que tenía una tremenda infección debido a que se le había reventado un divertículo, por lo que este lo volvió a cerrar y lo mantuvo con antibióticos varios días en la clínica.
Un mes después, lo volvió a operar para cortarle varios cm de colon y empatar los extremos (anastomosis), luego de lo cual lo envió a su casa. Como el paciente no resistía el dolor, tuvo que volver a ingresar por emergencia a la misma clínica (16 horas después), en donde uno de los médicos diagnosticó que se había roto la anastomosis, pero al hacérsele una tomografía (la cual se la hicieron 5 horas después de lo solicitado) se descartó aquello. Como el paciente empeoró, le hicieron una nueva tomografía en la que tampoco se detectó esa rotura. Por insistencia de su médico clínico, se lo volvió a operar, donde se encontró que la anastomosis estaba separada por completo, por lo que su organismo estaba totalmente infectado, el pulmón colapsado y tenía una peritonitis séptica grave, por lo que fue trasladado de emergencia en un avión-ambulancia a los Estados Unidos.
En esa clínica, a las 05:00 de un día determinado, mientras el paciente se debatía entre la vida y la muerte, le llevaron un bebé para que lo amamantara; y otro día, un revoltillo de huevos con jamón. ¿Se pueden imaginar tamaña barbaridad?
Para ingresar a su sala de cuidados intensivos, a donde entra cualquiera, ni siquiera se requiere el uso de una bata aséptica o estéril, como debería ser, para no transmitir los gérmenes impregnados en la ropa de calle.
En otra casa de salud, hace un par de años, un bebé de pocos días de nacido, recibió quemaduras de segundo y tercer grados en los glúteos y en la espalda, debido a la mala utilización de la manta térmica que le colocaron cuando este permanecía anestesiado, previo a una operación de hernia, lo cual obligó a hacerle urgentes intervenciones quirúrgicas para remover la piel muerta del bebé. El médico tratante culpó a la clínica por el supuesto mal estado de esa manta térmica.
Si hechos como los relatados, ocurren en “prestigiosas” casas de salud privadas, ¿qué ocurrirá en las públicas, donde además, existe una evidente falta de personal para atender a los pacientes, muchos de los cuales tienen inclusive que esperar en los exteriores de los hospitales para ser atendidos, como denunció recientemente Ecuavisa?
Falta todavía mucho por hacer en el ramo de la salud.