‘Población en crisis’

Un estudio realizado por el Programa Educativo de Psicología y Salud (Proeps) revela datos alarmantes sobre el incremento del consumo de alcohol en la niñez y la juventud de esta capital y del país y lo peor es que cada vez comienza a más temprana edad la dependencia del licor.

Este Diario informó que Proeps realizó la investigación a 1 200 alumnos, desde octavo nivel de Básica hasta tercer curso de bachillerato de 42 colegios de Pichincha, entre octubre del 2009 y febrero del presente año, y que llegó a la escalofriante conclusión de que el 47% de los evaluados consume alcohol de manera excesiva y que algunos de ellos comenzaron a libar a los 10 años de edad.

El 68% de los encuestados atribuye su propensión al licor a la inseguridad de su hogar, causada por la ausencia e indolencia de sus padres y porque no tienen alguna distracción durante su tiempo libre; así mismo, un alto porcentaje achaca a los castigos que les propinan sus padres cuando cometen alguna falta.

Otros motivos constituyen el mal ejemplo de familiares y allegados, la influencia de amigos y compañeros, conflictos sentimentales, dificultades en el colegio, etc., y la insuficiente o ninguna comunicación con sus progenitores y profesores.

Uno de los graves peligros de la temprana dependencia del licor es la asociación con el cigarrillo y las drogas, lo cual es más factible por las facilidades que brindan los traficantes y proveedores de estupefacientes, que pululan por los planteles educativos para inducir a los menores que resbalen a ese mundo tenebroso.

La Organización Mundial de la Sa-lud (OMS) cataloga como “poblaciones en crisis” a aquellas que superan el promedio de 6 litros de licor per cápita/año. En Ecuador es de 8 litros.

Para mucha gente, el complemento indispensable de todo evento social, deportivo, cultural, etc. es el licor.

El acuerdo interministerial que restringe el expendio y consumo de bebidas alcohólicas, con la intención de disminuir la delincuencia, los accidentes de tránsito y los conflictos familiares y laborales ha merecido aplauso de unos, críticas y rechazo de otros. Especialmente los propietarios de bares, discotecas y restaurantes lo califican de demagógico y fundamentalista y sostienen que limita el flujo turístico y que dejará en la desocupación a miles de familias.

El problema es ancestral y afecta a toda la sociedad. El remedio requiere la participación conjunta, permanente de padres de familia, maestros, autoridades, etc., es decir de todos y mientras más pronto, mejor.

Los tediosos espacios de televisión que se dedican a autobombo e insultos serían mejor aprovechados si se destinaran a concienciar a la ciudadanía sobre los peligros y las consecuencias nefastas del consuno excesivo de licor.

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