El oficialismo ha dedicado buena parte de su discurso y estrategia comunicacional a tratar de minar la candidatura presidencial de Guillermo Lasso. Por ejemplo, con la propuesta de un pacto ético para las elecciones.
Esa dedicatoria tiene un asidero. Lasso es de los que más han crecido en el ala de la oposición. Desde hace al menos cinco años se ha dedicado a dar forma a una estructura partidista alrededor de Creo. Lo que ha resultado en la formación de frentes de mujeres, jóvenes, profesionales, que son quienes lo reciben en los mítines que ahora se organizan en varios puntos del país, a propósito de la época preelectoral.
Pero de esas estructuras no han logrado resaltar figuras que puedan ser mediáticas; carismáticas, o con un perfil político que pueda pesar a la hora de sumar votos.
Ese vacío se lo ha cubierto, en parte, con la plataforma Compromiso Ecuador. Ahí están exmilitantes de partidos tradicionales, del mismo oficialismo, personas que han tenido algún grado de reconocimiento ciudadano o que han tenido una exposición importante en los medios de comunicación.
Eso le ha permitido al exbanquero mostrar un equilibrio y una fuerza importante para entrar a la lid electoral. Sin embargo, lo de Compromiso Ecuador, a diferencia de Creo, es una estructura prestada que tiene sus limitaciones. Más aún si llega a ganar la Presidencia de la República.
Ahí están cuadros que no necesariamente creen en la propuesta política de Lasso y por tanto no necesariamente se jugarán por él o su proyecto, cuando se requiera. Se han juntado por un interés puntual como acabar con el oficialismo o candidatizarse.
Un caso es el de Franco Romero, que dejó el Partido Social Cristiano (PSC) esta semana. Ahora está con Compromiso Ecuador. El
alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, reveló
que su salida respondió a que el PSC no respaldó su candidatura.
Lasso tendrá que definir más temprano que tarde quién es quién en su proyecto político.