Parado en el atrio de la Catedral, teniendo a mi espalda esa imponente iglesia y adelante la Plaza de la Independencia, miro hacia mi izquierda el Palacio de Carondelet y hacia mi derecha está el edificio del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito. No sé por qué extraña asociación de imágenes recuerdo la palabra “plantilla”, ese ecuatorianismo que sobre todo los quiteños nacidos a mediados del siglo pasado lo utilizamos con cierta frecuencia, para referirnos a personas que incumplen una oferta.
Recuerde, gentil lector, que el Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (antes llamado Ley de Régimen Municipal, nombre no tan rimbombante), otorga al Municipio (hoy denominado “Gobierno autónomo descentralizado municipal”), la función de “crear y coordinar los consejos de seguridad ciudadana municipal, con la participación de la Policía Nacional”. Y como usted conoce, el Concejo Municipal tiene entre sus atribuciones la de crear tasas por los servicios que presta y obras que ejecuta… todavía los habitantes de Quito se preguntan dónde.
El Municipio capitalino por Ordenanza cobra “una tasa para cubrir los servicios de seguridad ciudadana en beneficio de los propietarios y usuarios de los bienes inmuebles ubicados en el área del Distrito Metropolitano de Quito”. Esta tasa oscila entre 2 y 27 dólares que la cancelan todos los propietarios de casas, departamentos o negocios, pero ¿estamos seguros? ¿Sabemos a qué se destina ese dinero que entregamos? No hay otra palabra que plantilla para resaltar el incumplimiento, porque los quiteños somos víctimas de asaltos y violencia por parte de malandrines que avanzan, como lo hace la Revolución Ciudadana.
En otras ciudades de Ecuador los municipios cobran la tasa por seguridad, y la utiliza el propio “gobierno autónomo descentralizado municipal”. En Quito, se la comparte con la Policía Nacional, para que este cuerpo la destine para sus labores en cualquier provincia. En la capital se prohíbe matar los toros de lidia en la plaza, pero no se hace nada para evitar se asesine a seres humanos en cualquier parte, a pesar de la tasa de seguridad que se nos cobra.
La ley municipal prevé la destitución de los funcionarios de los cabildos cuando no cumplen sus obligaciones. Ya se escucha en la capital “Quito sin barreras”. Creo que los quiteños que votaron por dirigentes de Alianza País quieren rectificar, por ello ese grito que retumba en la mayoría de barrios quiteños. Quien ofrece y no cumple, ha cometido una plantillada, definida por Carlos J. Córdova, en su obra ‘El habla del Ecuador’, como “hecho o dicho propio del plantilla”…¡y la mayoría es miembro de un conocido movimiento político!