El ‘Plan Cóndor del siglo XXI’ no es un cuento

La revelación de que en América Latina hay en marcha un ‘Plan Cóndor del siglo XXI’ no debe sorprender a nadie. Sus efectos son palpables en particular en ciertos Estados del eje bolivariano, con los cuales el adjetivo de ‘progresistas’ no encaja para nada.

Una evidencia de la ejecución del mencionado plan se pone de manifiesto en la existencia de decenas de presos políticos en Venezuela. En junio pasado, el Parlamento Europeo, a través de una resolución consensuada, cifró en 2 000 los presos políticos en la patria del Libertador Simón Bolívar.

En la República Bolivariana, por ejemplo, con los líderes opositores Leopoldo López, Antonio Ledezma y Daniel Ceballos se replican algunas prácticas inhumanas y muy propias de los regímenes dictatoriales de las décadas de los 70 y 80, que se aliaron para montar el fascista Plan Cóndor, que tuvo como su principal blanco a los militantes de la izquierda latinoamericana. El siniestro programa que hizo del terror una política de Estado fue acordado por las dictaduras de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia. También colaboraron las de Ecuador, Perú, Colombia y Venezuela.

Los ‘Archivos del horror’, hallados en 1992 en la ciudad de Lambaré, en Paraguay, registran las atrocidades cometidas por los autócratas de la región, en la segunda mitad del siglo pasado. Esos archivos detallan que el Plan Cóndor segó al menos unas 50 000 vidas, desapareció a unas 30 000 personas y encarceló a otras 400 000.

En la actualidad, el Plan Cóndor original se reinventa con actitudes cuasi dictatoriales como las adoptadas en Nicaragua, donde el sandinismo destituyó a 28 diputados opositores e interpretó las leyes a su antojo para que el presidente Daniel Ortega se garantice su tercera reelección, con su esposa como candidata a vicepresidenta.

También pareciera reciclarse en otras latitudes, donde se rinde tributo -con una estatua y una anunciada condecoración- a ‘presuntos’ atracadores de fondos públicos.

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