Los problemas de tránsito en Quito son inmensos, la geografía urbana, el gran crecimiento automotor y la falta de plan estratégico y obras viales causan tremendas congestiones vehiculares.
El alcalde Barrera hace bien en buscar soluciones, pero se equivocó al plantear un financiamiento para obras que aún no están bien definidas, ni establecido su presupuesto. Es correcto buscar la disminución de vehículos en las vías con el establecimiento del sistema de pico y placa, cobrar por el parqueo, y establecer peajes y tasas especiales al combustible, pero hay que plantear primero las mejoras al transporte público y obras que descongestionen el tránsito, para pedir y obtener el apoyo estatal y ciudadano requerido para hacerlas.
El sistema de Metrovía en Guayaquil y Milenium en Bogotá funcionan muy bien, en Quito hay que coordinar los tres ejes paralelos existentes con los alimentadores, mientras en las otras dos ciudades no se ven buses transitando en el recorrido de las vías rápidas, en Quito sí.
El nuevo aeropuerto y el crecimiento habitacional de los valles hace necesario que se construyan trenes urbanos, al menos uno que suba desde Tababela, Cumbayá y Tumbaco, y otro desde Sangolquí y San Rafael, hasta Quito, cruzando ambos las tres vías rápidas existentes en sendas estaciones. Estos trenes, según el caso y necesidad, tendrán que ir a nivel del suelo, en viaductos o túneles.
Un mejor sistema de transporte público hará que muchos prefieran su uso al de automóviles, pero es necesario que se construyan viaductos para que el tráfico vehicular fluya mejor. Algunos piensan que estos afearían a la capital, pero eso no tiene que ser así, en el casco histórico deben ser subterráneos, y los elevados pueden ser muy atractivos, si son embellecidos con arte como en Guayaquil.
Cuando el Alcalde presente y socialice un plan global de transporte y un razonable presupuesto, con seguridad que el Gobierno y los usuarios de las vías contribuirán con gusto en su implementación. El ahorro en tiempo y combustible que tendrán los ciudadanos con obras bien planificadas y ejecutadas, justifican el sacrificio económico que deberán hacer. Tenemos que recordar que el puente sobre el río Guayas, en 1967, fue financiado enteramente con su peaje y que las carreteras de esa provincia fueron construidas por el Comité de Vialidad, con tasas especiales que pagaban los guayasenses con complacencia.
Es laudable que el alcalde Barrera enfrente el problema con firmeza, siempre habrá quienes se opongan a contribuir para solucionarlo, pero cuando logre vencer esos obstáculos y ejecutar las obras, la mayoría agradecerán su valentía y decisión