La decisión del presidente Correa de crear un organismo que apunte a la familia como forjadora de valores y así se sume a cuanto ha venido haciéndose para prevenir el embarazo en adolescentes, ha producido reacciones tan solo concebibles en los riscos andinos. Debo pronunciarme.
Como decir familia para algunos es como un espaldarazo al matrimonio católico, resulta que tal decisión es contraria al Estado laico, definido así por la Constitución vigente. En la ex-Unión Soviética, atea y dogmática, la familia tradicional, la formada por un hombre y una mujer, y los hijos, fue objeto de estímulo y protección por parte del Estado. Mónica Hernández, encargada del Plan Familia Ecuador, ha sido cuestionada por sus vinculaciones con el Opus Dei, como si tal orden religiosa fuera una secta satánica. Hallar los mejores, sea cual sea su credo religioso, para que desempeñen funciones públicas, es responsabilidad de un Estado laico. Como para producir terror un Estado laico gobernado por nuestros ateos.
En una familia, tradicional o no, negarles a los padres el derecho que tienen de inculcarles a los hijos valores aceptados en el mundo occidental, es inaceptable. De ahí que eso de derechos sí, valores no, es un contrasentido palmario. “La ‘ética laica’ debe reivindicarse en momentos en que empiezan a confundirse los valores con doctrinas. Los valores –la justicia, la vida, la libertad, la solidaridad, la tolerancia, etc.- no son iguales a los derechos; son su necesario antecedente moral, histórico y cultural. La tarea del legislador es interpretar los valores y sus jerarquías, reconocerlos y articularlos en normas jurídicas” (Fabián Corral B.).
Que soy libre y puedo hacer con mi cuerpo lo que se me antoje, es uno de los argumentos que se han dicho por parte de quienes cuestionan el Plan Familia Ecuador, en lo relacionado a la vida sexual, especialmente de las mujeres. Desde luego, están en su derecho, lamentablemente desde tan temprano como antes de concluir la adolescencia; es decir, cuando no se ha producido la diferenciación sexual en cuanto al objeto del amor. Inicio calamitoso las más de las veces: desencanto, embarazo y aborto incluidos. Que tengo derecho a abortar, no tanto; el derecho a la vida se inicia a partir de cuando en la gestación surge el individuo.
Otra cosa muy distinta son los abortos inducidos por razones de fuerza mayor, bien definidos al presente. Que tengo derecho, también, a drogarme, no tanto; las sociedades también tienen el derecho a defenderse. Lo grave en países como el nuestro es que valores y derechos se topan con la pobreza, la ignorancia y la promiscuidad.
Puro bochinche, la que se ha armado cuando a un alto funcionario se le ocurrió hablar de abstinencia sexual hasta tanto la mujer pueda valerse por sí misma y no dependa de nadie. Largo camino, es verdad.