Ese es uno de los capítulos más intrigantes y menos aptos para niños. Es un capítulo en que todo se politiza y se complica de maneras inesperadas.
Sólo el hecho de que habrá un final feliz, un happy ending, es relativamente predecible. Pero hasta el último minuto no se sabe cómo será esa feliz culminación.
Y todo se complica más aún cuando los encuestadores dan un dato que no gusta al “pillo de turno”, el siempre feliz (y siempre falso) Pingüino. Porque este es un resumen de dos capítulos de la vieja, viejísima serie Batman (17 y 18 de la segunda temporada), grabados en 1966, hace más de 50 años.
Quienes vieron alguna vez esa la serie recordarán que las historias siempre venían en pares. En el primer episodio de una historia, Batman se veía envuelto en un tremendo lío contra alguno de los malos (el Pingüino, el Guasón o el Capitán Frío). Al final de esa primera parte todo indicaba el superhéroe estaba a punto de morir. Pero después había una segunda parte, un nuevo episodio en el que Batman lograba destruir la trampa que le habían tendido para atrapar al pillo y restablecer la justicia.
La historia de los episodios en cuestión es que el Pingüino decide ser candidato a la alcaldía de Ciudad Gótica y, como es populista y muy entretenido, empieza a encabezar las encuestas. Eso hace que Batman se decida a entrar en la contienda, se candidatice a alcalde y revierta la tendencia de las encuestas. Pero luego de una campaña envenenada en la que el Pingüino, como todo buen pillo, demuestra sus enormes dotes de mentiroso, este vuelve a encabezar las encuestas.
Luego de un intento por parte del Pingüino de cocinar a Batman en ácido sulfúrico y de perpetrar un fraude electoral, el happy ending llega y el héroe gana ampliamente. Pero el villano, desesperado, dirige su decepción contra los encuestadores y, fiel al espíritu de comic de toda la serie, decide colgarlos de un alto clavo, agarrado al cuello de sus ternos, y lo último que se sabe de ellos es que, colgando, conversan agradablemente.
El gran problema es que los happy endings están bien para Hollywood, pero en la vida real es raro que los buenos ganen las batallas. En general, los buenos suelen ganar las guerras, pero también suelen perder muchas batallas o las pierden por muchos años hasta que la fortuna deja de sonreír a los chicos malos y las se restablece la justicia.Y, mientras tanto, mientras sigamos perdiendo batallas, al menos, que los hermosos y sencillos finales de la TV nos recuerden que hay que seguir dando la lucha. Simplemente no se puede dejar que los chicos malos ganen la guerra.
Quizás parezca que, considerando los problemas de este mundo, los temas de superhéroes no son relevantes, pero un poco de optimismo no cae mal, menos aún cuando todavía nos queda una larga lucha.