Un par de niños, uno frente al otro, envalentonados, deciden su grave dilema, quién paga los helados. Quietos, sus pies bien plantados, miden sus fuerzas. Una mano tras sus espaldas, la otra inquieta al frente, lista para actuar. ¡Piedra, papel o tijera! Resuenan sus voces y con movimiento relámpago, cada cual, a su antojo, saca la seña que cree será victoriosa, venciendo al contrincante. La piedra vence a la tijera, por dura, poco maleable, por ser rígida. Problema resuelto, el de la piedra ganó la apuesta y comerá helados gratis. Sencillo, solucionan así sus problemas, la justicia es justicia, clara, transparente, equitativa. En definitiva, justicia, sin más. Esto es entre niños, pero no aplica entre adultos, menos, cuando son políticos, peor, si representan a Ecuador y electos por el pueblo. Inadmisible.
Un par de representantes del pueblo, sentados frente a frente, de por medio, un sucio y poco transparente vidrio. Un vidrio que manipula la realidad, ningún apuro en transparentarlo. No se ha visto esa necesidad. Años de tratar así los bienes que no les pertenece, despreciando al pueblo, cegando su visión; manipulando, torciendo la realidad. Así se solucionan las cosas: piedra, papel o tijera. Tanta irresponsabilidad que pareciera que tienen un vidrio entorpeciendo la comunicación.
¡Piedra papel o tijera! ¿Qué dicen los jueces o juezas? Los documentos legales se aceptan o no como pruebas, dependiendo, del jueguito que perdió su inocencia infantil y se ha convertido en costumbre. La justicia por pedido personal, dependiendo de a quién se la dispensa, de su ideología y pertenencia a un partido. ¿Permitimos o no la salida del país? ¿Respetamos o no la libertad de expresión? ¿Encarcelamos o multamos a los que hacen uso de su palabra? Algo de luz salió de la boca de un juez, un atisbo de corrección luego de tantos años de capricho. ¿Publicamos la lista que, de hecho, debería ser pública? ¿Apoyamos o, no, la corrupción? Con un objetivo que cambia la visión insultando la inteligencia del pueblo, ninguna duda en las respuestas. Se disiparon los principios, el concepto de lo legal y justo. El sucio cristal es eficaz en confundir.
Entre tanto, quien ofreció diálogo e hizo suya la cruzada contra la corrupción, caiga quien caiga, está, al parecer, detrás de un vidrio, también. Cómoda posición y notable silencio el que produce. Un porcentaje creyó que habría cambio, que la política, la economía, la política exterior, serían manejadas casi, de manera revolucionaria, migrando no, permitiendo la emigración de responsables, abandonando la década, esa, que no merece calificación. Tras el silencio, que debería ser, más bien, el estruendo de vidrios rotos en minúsculas partículas, desperdigadas hasta acabar con la corrupción, esa esperanza se ahuyenta. Queda, un extraño monólogo de unión, negando la esperanza de transparencia, de una indudable vuelta a la justicia. El poder de la sombra, del pasado, abruma, confunde, inmoviliza al poder electo por el pueblo.