En 1822 Quito era la última sede audiencial en poder de España. Desde Bogotá procuraba Bolívar avanzar sobre nuestra capital, pero la fidelidad monárquica de Pasto impedía liberar Quito, por lo que decidió enviar a Sucre a Guayaquil, independiente desde el 9 de octubre de 1820. San Martín procuraba consolidar la liberación de Lima. Quito, amurallada en las breñas andinas, era bastión difícil de tomar, reforzado con tropas veteranas que desembarcaron en Atacames al mando del General Mourgeon, quien murió a poco de llegar a Quito, víctima de grave caída en el selvático camino desde Esmeraldas. Le sucedió el General Melchor Aymerich, gobernador de Cuenca, en vísperas de acogerse a retiro.
Sucre, en cambio, ya general y ex-ministro de guerra de Bolívar, apenas contaba 27 años. Su ejército era también muy joven. El teniente Abdón Calderón, abanderado del batallón Yaguachi, solo tenía 17 años. Los dos ejércitos en pugna se caracterizaban el uno, por el ímpetu de su juventud, y el otro, por la cansina experiencia de aquellos veteranos sostenedores de la acosada monarquía. Allí estaba también la clave de la lucha ideológica: libertad contra opresión.
Se ha dicho que la acción de armas del Pichincha, única en la historia librada en laderas volcánicas, fue ‘Batalla de las Naciones’, por la contrastante integración de cada ejército: los casi 2 mil soldados españoles provenían del variopinto origen de sus diversos reinos: Castilla, León, Andalucía, Aragón, Galicia, Extremadura, Cataluña, Navarra, Valencia, Murcia. Los casi 3 mil soldados de Sucre eran en su mayor parte costeños reclutados por la Junta de Guayaquil; serranos de Loja, Cuenca, y todo el Interande que se fueron adjuntando conforme avanzaban a la capital; el aporte enviado por San Martín desde el Sur, con el Gral. Santacruz, provenía de todo el Perú y el Cono Sur, inclusive los Granaderos argentinos que triunfaron en Tapi, y había numerosos europeos de la Legión Británica (ingleses, franceses y alemanes) encabezados por el irlandés O’Leary.
El triunfo del 24 de mayo de 1822 permitió que, a más de Quito, también Perú y Bolivia alcanzaran la libertad. Los dos Libertadores, luego de la entrevista en Guayaquil, determinaron que la guerra continuara dirigida por Bolívar cuando se retirase San Martín. Así se consolidó la independencia de América del Sur.
Quito, pionera en el glorioso alzamiento del 10 de agosto de 1809 liquidado en sangre el 2 de agosto de 1810, pudo ser así, gracias a Bolívar y Sucre, la última de las capitales de la América española que consolidó su libertad. La mano de Dios estuvo presente cuando Sucre, en la noche del 23 de mayo de 1822, inició su admirable marcha que culminó con la batalla del volcán, formuló voto de honrar a perpetuidad, si se le concedía el triunfo, a la Virgen de Mercedes, promesa que, desde entonces, se cumple en Quito rigurosamente cada año.