Se avizora el fin de la era petrolera. A partir de 2035 una gran empresa norteamericana ya no venderá vehículos a gasolina o diésel. Avances tecnológicos permitirán a vehículos eléctricos recorrer 600 kilómetros sin recarga, igualando a los vehículos de combustibles. Otras empresas automotrices de distintos países no se quedarán atrás. Una firma especializada en vehículos eléctricos, es hoy la empresa automotriz de mayor capitalización de mercado.
En EE.UU., el flamante presidente Biden pone a la lucha por el cambio climático en primer plano, revirtiendo la política de su predecesor. Su primera decisión fue anular la autorización para un gran oleoducto que llevaría crudo canadiense a un centro de distribución en EE.UU. Biden se propone para 2035 desplazar el petróleo de la generación eléctrica. La menor contaminación ambiental será el factor trasversal de las demás políticas públicas, como la de comercio exterior o ayuda externa.
En 2019, La Unión Europea acordó el Pacto Verde, mediante el cual se propone alcanzar la neutralidad climática para 2050, y en el pasado diciembre, como objetivo intermedio, reducir en 55% la emisión de gases de efecto invernadero para 2030.El cambio será gradual, lo que quiere decir en un primer momento que dejará de crecer la demanda de combustibles, y después, que decrecerá. La economía mundial crecerá, igual la población, pero no la demanda de petróleo.
En los últimos años Europa, una región del planeta con escasos recursos hidrocarburíferos, ha dado un notable cambio, de alcanzar la seguridad energética a luchar contra el cambio climático. Esto está atrás de la decisión de tres de los mayores bancos europeos que financian el comercio mundial, de dejar de financiar el comercio de petróleo de la Amazonía ecuatoriana.
Son loables tanto esta lucha contra el cambio climático, como la de no afectación del modo de vida de poblaciones indígenas, que pesa en las decisiones del oleoducto en EE.UU. y de nuestro crudo amazónico. Pero al Ecuador le toca llevar un costo desproporcionado: renunciar al desarrollo de su riqueza petrolera, la tercera mayor de América Latina, sacrificio que no se le pide a Venezuela, Irán o los países árabes, que producen grandes cantidades de crudo.
La renuncia a esa riqueza petrolera condenaría al país a un largo período de estancamiento económico, aumento de la pobreza, pérdida de oportunidades para los jóvenes.
Lo que corresponde esto todo lo contrario. Que Ecuador acelere la búsqueda de petróleo y el desarrollo de las reservas, aplicando las mejores prácticas ambientales, para que cuando decaiga la demanda de crudo, y deje de haber búsqueda de nuevas reservas, el crudo ya esté fluyendo de los campos ecuatorianos. En compensación, que se asigne parte de la renta petrolera para la cabal remediación ambiental de la Amazonía.