En 1948, el Fondo de Cultura Económico publicó: “Ecuador: drama o paradoja”, de Leopoldo Benítez Vinueza. El libro no solo fue emblemático, sino particularmente sintomático. El ilustre maestro pretendió con su ensayo describir la profunda diversidad geográfica y social de una nación en un estrecho territorio, además mutilado durante siglo XIX y el XX. Sin embargo, hoy sería desactualizado tal pensamiento, pues el drama o la paradoja han sido superados por el rumbo de la nave nacional hacia un escenario político, económico y social insólito e impredecible. La lucha por el poder se desenvuelve al margen de proyectos y propuestas al punto de que el único código ético que rige es el del Leviatán de Thomas Hobbes, sintetizado en la maléfica expresión: “el hombre es un lobo para el hombre”.
El candidato Guillermo Lasso, al margen de su estilo habitual de modernismo liberal y antipopulista, propuso un alza del bono de solidaridad. Una iniciativa sorpresiva, pero suficiente para generar una gran convocatoria en una campaña que, al igual a la del Acalde porteño se centra en Guayaquil y la Costa. Para algunos fue un acierto y una provocación táctica; para otros, un costoso desatino en términos de las virulentas y prematuras reacciones del Régimen. Sin embargo, ese petardo sin mayor destino electoral inicial, además de la ira del Gobierno que no lo asimiló con la distancia necesaria, se convirtió en una polémica nacional por las amenazas contra las actividades bancarias y el temor de los sectores productivos que pronto empezaron a repetir en forma inversa el aforismo “hoy por ti y mañana por mí”.
Hasta entonces el candidato Lasso se había manejado en una escena aséptica y similar a la de un púlpito. Parecía más un pastor de almas que un candidato destinado a enfrentar a la fuerza política más poderosa y agresiva de la historia del Ecuador. Se desconoce si algún perverso y maquiavélico asesor concibió la oferta del bono como una estratégica provocación; si ese fue el caso, es un profesional de fama mundial, pues superó los pasos juveniles del movimiento Creo, así como el bondadoso eslogan del Ecuador Posible e instaló al candidato en las barricadas de la campaña.
Hoy el país está inmerso en un pandemónium, en el que al parecer han salido a flote ocultas intenciones estatistas. Seguramente, los asesores extranjeros o nacionales – si es que verdad existen en materia electoral- harán recapacitar al régimen y aprovechar las fiestas quiteñas y las de Navidad para cambiar los contenidos de la opinión pública. Es verdad que gracias a la polémica financiera del bono solidario, temporalmente se dejó de pensar en el caso Duzac – Cofiec y otras perlas de la gestión gubernamental, pero el costo puede llegar a ser más grave. Poder y banca pueden ser complementos o aliados, pero contrapuestos llegan a ser explosivos. El petardo transformado en bomba inició la campaña de manera tensa y controversial.