La primera mitad del siglo XX estuvo marcada por tres grandes conflagraciones. Si bien suelen recordarse la primera y segunda guerras mundiales como las más importantes del período, no lo fue menos la Guerra Civil Española, sucedida en el período de entreguerras.
De hecho, en Quito, el interés por la Guerra Civil Española llevó a que en 1936 ‘El Comercio’ contratara los servicios de la agencia ‘Associated Press’, para recibir noticias actualizadas y material gráfico del conflicto, con lo que se adelantó a los otros diarios de la ciudad, que usaban el servicio cablegráfico.
Pero las diferencias no se restringieron a la tecnología, sino que se ampliaron hacia el campo de las ideas. Varios escritores participaron en la Guerra Civil Española, como el británico George Orwell, que se enlistó en las milicias obreras; o los norteamericanos John Dos Passos y Ernest Hemingway, que realizaron el documental “Tierra de España’, por mencionar solo dos casos.
En nuestra ciudad los periodistas también se radicalizaron. Diario ‘El Debate’ era fanáticamente franquista, ‘El Día’ fue favorable a la República por decisión de su director, Ricardo Jaramillo; y aunque ‘El Comercio’ dio libertad a sus articulistas para definirse, nadie quedó fuera del conflicto, pues aún los moderados redactores de este último, Augusto Arias y Jaime Barrera, tradicionalmente ajenos a contiendas políticas, se volvieron objeto de críticas al mostrarse favorables a la causa republicana.
El conservador Jorge Luna Yepes, quien escribía en ‘El Debate’ bajo el seudónimo Quito Hispánico, dijo del primero que era ‘poco apropiado para servir de vocero, defensor y portaestandarte de los torturadores de monjas, de los martirizadores de sacerdotes’ y del segundo que era un burgués coqueteando con los republicanos. Fue así, mediante la participación directa en la vida pública, que esos intelectuales influyeron en sus audiencias, cada vez más mediatizadas y profundamente politizadas.