Si el 90%de los ecuatorianos confía en la dolarización, el Ecuador debe elegir a un candidato creíble que dé seguridad a su vigencia.
Si pretende disponer de los dineros que custodia el Banco Central como nuestros depósitos en Bancos, Cooperativas y Mutualistas sería inconveniente, igual los afiliados al IESS ya desfinanciado, porque sus dineros están también allí.
Asimismo las Municipalidades y Prefecturas denotarían poco entendimiento si aceptan que sus dineros se dilapiden en gasto populista, por alguien que pretende caotizar la economía para acabar con la dolarización.
Si esto pasa nosotros seríamos culpables de que prosiga la misma política miope y cortoplacista que ha destrozado al Ecuador.
Quien quiera acabar con la dolarización afectará a la gente que necesita mantener el poder adquisitivo estable que otorgan los billetes verdes y obtener préstamos en cooperativas o bancos para hacer su casa o comprar bienes durables para pagar a plazos largos, sin que le suban los precios porque el valor del dólar verdadero es confiable para todos.
Reemplazar los dólares reales por dinero electrónico sin respaldo es como girar cheques sin fondos, porque la gente perderá inmediatamente su poder de compra y nadie en el mundo aceptará esas monedas chimbas.
Esto ocurre cuando, por ganar elecciones de cualquier modo, un izquierdismo peligroso quiere irse contra el sistema en lugar de actuar dentro de él, más aún cuando la población está sufriendo un empobrecimiento brutal después de catorce años de gobiernos populistas, inexpertos e irresponsables.
En mi calidad de columnista independiente e imparcial desde 1982, preconizo que lo correcto es seguir con un plan hacia el desarrollo económico empleador, eliminando gradualmente el déficit fiscal mediante austeridad responsable y recaudación eficiente para que logremos progresivamente una situación de equilibrio que prestigie a nuestro país y confíen los que quieran invertir en proyectos productivos especialmente de exportación y, al mismo tiempo, bajen las tasas de interés de los préstamos internacionales y nacionales para financiar tanto los proyectos públicos como los privados.
Soy un socialdemócrata de toda la vida y quisiera que el próximo gobierno adopte esta línea para salvaguardar la democracia, con el ejercicio pleno de las libertades y la disminución de las desigualdades, aplicando políticas equitativas de centro, pues la gravedad de la crisis no admite polarizaciones esterilizantes.
Gobernabilidad habrá cuando la codicia sea menguada, cuando se inicie un proceso serio de orden y equilibrio, que persuada a que los inversores nacionales y extranjeros vengan a fortalecer la dolarización, cuando en el ejercicio del poder se haga concesiones a la realidad y se apliquen medidas eficaces en favor de la gente pobre.