¡Penoso balance!

No pudo ser más preocupante el panorama que mostró este Diario acerca del ínfimo progreso alcanzado por la industria dentro de nuestro país. Si se consideran los 5 años más recientes, entre 2007 el 2011 viene a descubrirse que la participación de la industria en el producto total del Ecuador apenas aumentó en una décima de punto, pasó solo desde el 15,4% hasta el 15,5% pese a los anuncios y el confesado propósito de cambiar sustancialmente la matriz productiva, con significativo peso respecto de los diversos sectores de la manufactura.

Si bien ha declinado algo la fe puesta en la industria como herramienta principal del desarrollo colectivo, siguen siendo válidas las observaciones en torno de la virtud de la manufactura como creadora de miles de puestos de trabajo, como sustitución de importaciones, como método para beneficiar al país en la llamada ‘relación de intercambio’, como estímulo para la creación de tecnología .

De hecho durante décadas hubo una esperanza casi dogmática acerca de las virtualidades manufactureras como el secreto que permitiría a los países pobres incorporarse al selecto grupo de los más prósperos. Hubo un personaje que resumió la posición teórica y la espera de sus resultados prácticos, en torno de los cuales se habían formulado múltiples esperanzas: fue Raúl Prebish, un economista argentino, y su cátedra resultó la Comisión Económica para América Latina, Cepal, organismo de Naciones Unidas con sede en Santiago de Chile. A la prédica del argentino, conceptualmente oída con reverencia en todos los rincones continentales, se la bautizó como “la teoría del centro y la periferia” e inicialmente recibió pocas objeciones.

De ahí que según lo recordara Alberto Araujo, de El Comercio, en mayo del 2009 quien era para esa época el personero de la Secretaría de Planificación del Gobierno ecuatoriano, o sea René Ramírez explicara las características de un nuevo modelo de redistribución de la riqueza nacional y diera como era previsible, un destacado papel a la manufactura y a algunos servicios. Puntualizó Ramírez que el plan a cumplirse hasta el año 2013 buscaba con preferencia la sustitución de las importaciones en siete sectores: el bioquímico, la petroquímica, la metalmecánica, los medicamentos, la bioenergía, el hardware y el software, así como los servicios turísticos y ambientales.

También recuerda el reportaje que la encargada de la ejecución, la entonces ministra de la Producción, Nathalie Cely, reclamaba que tanto las empresas ensambladoras de electrodomésticos cuanto de los vehículos, se esforzaran por contribuir con un mayor valor agregado. Pasa luego el redactor a examinar la situación de los diferentes sectores y, penosamente, encuentra que los dirigentes empresariales se quejan por la falta de una política clara de sustitución de importaciones y por otras incoherencias que torpedean los objetivos .

Suplementos digitales