La nueva ley de equidad tributaria elimina toda preasignación. Con ello desaparece el Fondo de Salvamento (Fonsal), instituido para el mejor y más directo manejo de ciudades patrimoniales, financiados con el 6% del impuesto a la renta. Para Quito, el monto que se destinó en 2010 fue de 60 millones. Desde 1987, el Fonsal ha intervenido en la conservación, rehabilitación, investigación y difusión del patrimonio edificado, espacio público, bienes asociados (pintura, escultura), arqueología, producción audiovisual y publicaciones. Había llegado el momento de sistematizar toda intervención creando o revisando procedimientos. Esta fue una de las conclusiones del Primer Encuentro Patrimonial organizado por el Fonsal, donde se declaró a la ciudad Capital Iberoamericana de la Cultura, 2011.
Al eliminarse el Fonsal, se creó hace poco el Instituto Metropolitano de Patrimonio Cultural (IMPC), dependiente de la Secretaría de Territorio, Hábitat y Vivienda (¿?). Se decidió destinar alrededor de 60 millones para la operación patrimonial. Sin embargo, esta es una decisión libre y voluntaria determinada por los cabildantes de turno. Además, podría ser que los proyectos sean manejados indistintamente por el IMPC, Cultura u Obras Públicas; es decir, de forma dispersa, poco científica y bajo criterios que se ajustan más a la voluntad política que a una visión cultural y técnica integrada. Este manejo podría, además, favorecer la intervención casi en exclusiva en obra visible: conservación de monumentos arquitectónicos o rediseño de un parque, en detrimento del cuidado del patrimonio intangible -fiestas, gastronomía, cohesión barrial- así como la investigación de un espacio arqueológico “invisible” o la publicación de una variedad de obras indirectamente relacionadas al patrimonio.
También podría suceder que reforcemos la desdichada postura de utilizar al patrimonio como objeto espectáculo para el turismo de masas (calle La Ronda), olvidando que el manejo del patrimonio es toda una ciencia que incluye conocimientos y aplicaciones multidisciplinarias desde la antropología cultural, métodos de conservación especializada, historia del arte aplicada a la restauración, hasta la economía sustentable. Además, recordemos que el centro de toda acción es el habitante con quien se debe trabajar en consenso. Entonces, haciendo honor a esta nueva nominación de Quito Patrimonio de la Humanidad, no desbaratemos el camino recorrido, organicemos esta nueva instancia de tal manera que no se convierta en botín político, enanquémonos sobre acciones anteriores buenas y creemos una instancia modelo de la conservación del patrimonio.