Cuando en octubre del año pasado se recordaban los veinte años de la firma de la paz con el Perú, no faltaron comentarios en los medios que se esforzaban por no mencionar al presidente Jamil Mahuad. Saltan a la vista otra vez esos previsibles frutos de los prejuicios y de mezquindad, cuando la opinión pública rememora los veinte años de la dolarización. Con una actitud análoga a la de la primera conmemoración, se han revelado en la segunda múltiples paternidades de la dolarización y admonitorios consejos para que se la adoptara meses antes del 9 de enero de 2000, fecha en la cual la anunció el presidente Mahuad.
Paradójicamente, el gobernante que solo ejerció el poder un año y medio adoptó aquellas dos decisiones de consecuencias más duraderas, trascendentales y positivas para el país.
Con la firma de la paz se dio fin a un conflicto secular. Mantener sin resolverlo nos costó enormes pérdidas. Pocos días antes de asumir la presidencia, Mahuad recibió la información de que el Perú se hallaba listo para una acción bélica. La gestión negociadora que el mandatario puso en marcha la ha narrado en un amplio artículo en libro publicado por la Cancillería. Un conflicto que parecía insoluble se resolvió y se abrió una nueva etapa en las relaciones del Ecuador con el país vecino.
La dolarización fue la salida a una de las crisis económicas de mayor gravedad en la historia nacional, con un barril de petróleo por debajo de los USD 10, pérdidas en los cultivos de banano y la industria camaronera por la fuerza devastadora del fenómeno del Niño, déficit fiscal, sobreendeudamiento, restricciones de crédito internacional, caída del sistema financiero local…
En entrevista de televisión en el programa “Políticamente correcto”, Mahuad ha narrado los antecedentes y el proceso para adoptar la decisión de dolarizar. En realidad, la alternativa para mantener el sucre era seguir en picada hacia una espiral hiperinflacionaria.
Al cabo de veinte años, todo el país reconoce cuánto de estabilidad y cambios debe el Ecuador a esa medida. A pesar de que no se ha hecho todo lo necesario para mantenerla, ha resistido los mayores vendavales políticos.
Para el salvamento del sistema financiero, Mahuad tuvo que decidir medidas tan duras como el feriado bancario y el congelamiento de depósitos, que tanto dolor y sufrimientos causaron a miles de ecuatorianos. El era consciente de los costos para su carrera política.
Fue un acto de gobierno. Frente a él caben desacuerdos. Pero no un proceso penal en el que catorce años después de iniciado, una jueza le endilgó el delito de peculado…
Los veinte años ya transcurridos desde las dos decisiones dan una perspectiva diferente para el juicio histórico del gobierno del presidente Mahuad. Es justo reconocerlo.