Pausa estratégica

Es imposible que alguien esté en desacuerdo con el nuevo proceso de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC. Valerosa decisión política que en su plausible propósito invirtieron 6 meses de conversaciones exploratorias, aunque carentes de transparencia por lo que han dejado margen a la conjetura de una estratagema de beneficio político para las partes.

Por supuesto que el beneficiario en última instancia es el pueblo colombiano, por esa razón los planteamientos previos para lograr la paz son objetivos esencialmente de atención social, como el desarrollo rural, la reforma agraria, que forman parte del origen de una lucha armada que posteriormente se degradó por sus nexos con redes criminales.

El primer gran avance de las FARC, considerando su debilitada estructura y precaria imagen radica en que el gobierno de Colombia reconozca la existencia de un conflicto, que hayan demostrado voluntad de entrar en la negociación para la paz, con el poderoso argumento de la defensa del pueblo para una nueva “Colombia justa y democrática”, según su líder Timoleón Jiménez.

Las FARC han sido prácticamente desmanteladas en sus mandos operativos y del Secretariado, reducidas al 50% , no son las mismas que llegaron a conformar el cerco de Bogotá, en Cundinamarca en 2003, cuando se encontraban a un paso de la guerra de movimiento para buscar apoyo insurreccional y tomarse el poder.

Los Planes Patriota y Libertad de las Fuerzas Militares de Colombia quebraron el cerco y avanzaron al sur hacia su retaguardia, intensificación de la ofensiva que tuvo serios estragos en la frontera norte de Ecuador.

Esta situación aparentemente precaria y de debilidad de las FARC, para entrar a negociar, lo que busca es aliviar la presión y acción militar directa. Una pausa estratégica para aplicar las lecciones aprendidas en la zona de despeje del Caguan en el gobierno del presidente Pastrana.

Las FARC no son el único interlocutor, porque aunque sea en forma frágil tienen control sobre sus guerrillas, pero los otros actores como las Bandas Criminales Bacrim, afectan a la seguridad regional. Para los ecuatorianos es “obligatorio recordar”, que 1999, secuestraron a un grupo de turistas, en Tarapoa, enfrentamiento en el cual murió el Soldado ecuatoriano Edison Jácome. Para la liberación de los secuestrados se pagó 3.5 millones. Un año después un grupo criminal fuertemente armado asalto el campamento petrolero de Pompeya de la Repsol YPF y secuestro a 10 técnicos. Mataron a Ron Sanders para presionar el pago de un rescate de USD 13 millones, sin que la acción militar y policial de resultados satisfactorios a pesar de inmensas operaciones.

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