El Canciller de la República lucha ahora en varios frentes difíciles, lo cual pareciera ser una constante de su acción durante este Gobierno. Se estrenó con el ‘patiñovideo’ y salió indemne, pese a que el caso normalmente le habría costado el puesto a cualquier ministro de cualquier gobierno de cualquier país.
Ahora está inmerso en el caso de la ‘narcovalija’. En parte por su voluntarismo y en parte con la intención de adelantarse a sus posibles detractores, Ricardo Patiño prefirió aparecer personalmente para informar sobre las acciones policiales en Milán, a propósito del envío de 40 kilos de coca en la valija diplomática, como parte de una supuesta promoción cultural.
El caso, irresuelto hasta hoy, ha tenido pasajes difíciles para Patiño, pues no prosperó la tesis de que el ‘courier’ podría ser responsable, y sigue sin explicación quiénes y bajo qué argumentos usaron la valija. Si bien la Presidenta de la Mesa de Fiscalización de la Asamblea se dio modos para archivar el pedido de investigación y solo luego convocar al Contralor y al Fiscal, el cierre de un caso tan grave para la opinión pública no será fácil.
Pero Patiño tiene otros dolores de cabeza igual de grandes. Le ha tocado lidiar, y lo ha hecho sin mayor entusiasmo, con un difícil frente externo generado como respuesta a las acciones gubernamentales contra la libertad de expresión. El último capítulo son las críticas de Estados Unidos y de su presidente, Barack Obama, a la falta de garantías para el trabajo de la prensa independiente en el Ecuador.
El duro comunicado de reacción rechaza la crítica de Obama por infundada y concluye que éste ha sido “evidentemente mal informado”. También el documento repudia las declaraciones hechas esta misma semana por el Departamento de Estado, así como en otros momentos se repudió las inquietudes formuladas por el Parlamento Europeo, y por decenas de ex mandatarios, organizaciones y personalidades de todo el mundo.
Otro frente difícil para Patiño tiene que ver con el poco o ningún desarrollo del comercio exterior, vinculado a una visión ideológica que dificulta acuerdos como el que no se ha logrado hasta hoy con la Unión Europea. En este caso la lección ha sido dura, pues la negativa a negociar a tiempo ha puesto al Gobierno en la necesidad de entrar de último y con poca capacidad de acción. Mientras dentro del Gobierno unos sectores pragmáticos buscan atraer la esquiva inversión extranjera y empezar proyectos extractivos, otros mantienen un discurso reactivo que sigue siendo popular.
Patiño, un hombre ideológico y que goza de la confianza presidencial, es indispensable para mantener esa dualidad, aunque cada vez le queda más difícil hacerlo desde el sector más débil: el externo. Por eso no sería raro verlo reaparecer en una posición que garantice su incombustibilidad, por ejemplo en carrera a la Presidencia de la Asamblea.