La fotografía no pudo ser más patética: se trata de que la cámara captó el momento mismo de la muerte, ni una décima de segundo antes ni una décima de segundo después; el proyectil atraviesa la cabeza, la frente de Teurel, durante una de las batallas decisivas y finales (la del Ebro) de la feroz guerra civil española (1936-1939).
La fotografía fue tomada por el personaje a quien muchos consideran como el más célebre de los cronistas gráficos, que hayan existido: Endre Friedmann, -su famoso seudónimo fue Robert Capa- de origen húngaro y nacido en 1913. Activista de izquierda se vio obligado a huir de su país natal; estuvo en París y se dedicó a la fotografía profesionalmente con dos colegas. Se ha notado que la obra de Capa se caracterizó por una proximidad visceral a los acontecimientos. “Él vivía los acontecimientos como uno más de los protagonistas de sus imágenes”, se ha agregado también, lo que cambió de manera profunda la forma de ejercer las corresponsalías gráficas. Casi siempre Capa utilizaba para su trabajo una pequeña cámara de mano, marca Leica, lo que le hizo posible ir hasta la primera línea de los conflictos y captar las imágenes en acción.
Con este enorme material fotográfico ocurrió una peripecia: se perdieron unos 4 500 ‘negativos’, y no se los pudo recuperar sino en México recién en 2007; ahora, con estos testimonios se ha organizado y abierto una muestra plenamente excepcional en torno a la guerra civil española. De hecho siempre quedará un amplio margen de subjetividad, pero no obstante, lo controvertido del tema, me atrevo a sugerir que un libro “clásico”, en el doble sentido de siempre joven y aceptablemente imparcial, es el del estadounidense Gabriel Jackson quien lo bautizó de “La República y la guerra civil española”. Allí se asiste a las innumerables vicisitudes que debió enfrentar la república con la que se había intentado remplazar a la vieja monarquía también se advierten los preparativos del conflicto en su lacerante fase bélica y las consecuencias más inmediatas que derivaron de él, una vez que al mando de las tropas llamadas “nacionales”, el general Francisco Franco Bahamonde se ubicó a la cabeza del destrozado país.
En las noticias presentes, inclusive la crisis del desempleo, la drástica austeridad con las cuales el gobierno parlamentario dirigido por Mariano Rajoy del Partido Popular, frente al Partido Socialista Obrero que utiliza el mismo nombre surgido cuando las etapas más cruentas del forcejeo militar, y las relaciones con un bloque europeo que a veces parece remozado y en otros momentos da la impresión de que el grupo de naciones estuviera al borde de la desintegración, no es imposible descubrir raíces del mismo conflicto al que las fotos de Capa –quien murió en Indochina en la guerra contra los franceses– contribuirán a ofrecer nuevas dosis de drama y de discusión.